El nombramiento de Emilia Calleja como directora general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en el próximo gobierno de Claudia Sheinbaum es histórico por múltiples razones, no solo por que será la primera mujer en dirigir a una de las empresas eléctricas más grandes del continente y del mundo, sino porque con ella se rompe la tradición de colocar políticos en ese puesto de gran poder.
No es para menos, en las manos de Emilia está, además de garantizar el suministro de energía en el país a 46 millones de clientes en total, hacer la pinza necesaria para que junto con el Congreso y el gobierno federal, concretar los objetivos de transición energética que están en el ‘ADN académico’ de la próxima presidenta de México.
La llegada de Calleja Alor a la empresa que le heredará Manuel Bartlett, es el verdadero cambio que requiere el sector energético en México. Significa hacer a un lado los compromisos políticos para buscar la soberanía energética, estandarte de la #4T, a través del desarrollo de la industria con criterios técnicos.
Dicho en otras palabras, el mensaje entrelíneas de este nombramiento es que, durante la siguiente administración, se superpondrán los números, las métricas, a los intereses políticos.
Para muestra, unos datos. A cargo de la subsidiaria CFE Generación I, la originaria de Guanajuato logró reportar ganancias por 12 mil 914 millones de pesos en 2023, lo que representó un incremento de 158.2 por ciento respecto a 2022, y su mayor nivel desde 2018, según datos de la Cuenta Pública 2023.
Por esto y por su calidad profesional, Generación I fue catalogada por la propia CFE como la mejor subsidiaria de generación del 2023, ya que Calleja Alor realizó cambios sustanciales que permitieron mejorar sus operaciones.
Sin embargo, en las manos de Emilia también está resolver importantes retos en el corto plazo, como dar abasto a la creciente demanda de energía que se avizora con la llegada de empresas por el nearshoring, esto, cuidando el balance financiero de la llamada, hasta ahora, empresa productiva del Estado.
En resumen, en las manos de Emilia está demostrar que la soberanía energética no es solo una ideología. Tiene la responsabilidad de llevar al sector eléctrico, el sistema circulatorio del país, al segundo piso de la cuarta transformación ¿Será que en Pemex también se romperá con esta tradición política?