COPA MUNDIAL
Día triste para el futbol. Ayer, en la Arena Volgogrado, en Rusia, el oxímoron que titula este texto se cumplió con el triunfo 1-0 de Polonia ante Japón. La historia, caprichosa, de aquel 25 de junio de 1982 en el Estadio Municipal El Molinón, en España, donde Alemania Federal ganó 1-0 a Austria, se repitió.
Durante 15 minutos los japoneses estuvieron eliminados, entre el tanto del polaco Jan Bednarek (59') y el del colombiano Yerry Mina (74'), que en la Arena Samara en partido simultáneo puso en ventaja -a la postre definitiva- a su Selección, por 1-0 ante los senegaleses, la última esperanza del continente africano que llevaba ocho ediciones mundialistas con al menos un representante en octavos de final.
Pero el pase fue para Japón que, igualado con Senegal en puntos, diferencia de goles, goles a favor y en el marcador en el enfrentamiento entre ambos (2-2), se convirtió en el primer clasificado en la historia de los Mundiales por el nuevo criterio de fair play, gracias a la disciplina de sus jugadores: sólo cuatro amonestados, por seis de los senegaleses.
En el encuentro llamado por los medios como La Vergüenza de Gijón, alemanes y austriacos fueron cómplices -durante alrededor de 60 minutos- de no atacarse para sacar un resultado del que ambos se beneficiaron para avanzar a la siguiente ronda y eliminar a Argelia, lo que derivó en que la FIFA tomara la decisión, cuatro años después, en México 1986, de que los últimos partidos de cada Grupo se disputaran a la misma hora.
Pero ayer el futbol se volvió a manchar. Los mismos asiáticos -enterados del resultado que los beneficiaba a poco más de 800 kilómetros de distancia- que respetaron el juego al golpear lo menos posible a sus rivales, lo ofendieron junto con sus contrincantes europeos que sin nada que ganar, más allá de cerrar decorosamente su participación con una victoria, se convirtieron en comparsa de una gesta ya de por sí lamentable.
Durante más de 10 minutos los japoneses sólo tocaron el balón más allá del medio campo para volver a retrasarlo a su cancha, ante la mirada de unos polacos impávidos de los que su mismo entrenador, Adam Nawalka, se sumó al desafortunado espectáculo, obligando a su delantero Kamil Grosicki a tirarse al pasto para mandar a Jakub Blaszcykowski al campo en el segundo de tres minutos de reposición. Jerson Dos Santos, árbitro de Angola, lo impidió.
El escenario, al menos, no se repetirá en Rusia, pero desde hoy la FIFA ya tiene un problema que resolver para Qatar 2022, aquel que pareció haber eliminado hace 32 años."Los japoneses sólo tocaron el balón más allá del medio campo para volver a retrasarlo".