La inversión en educación es un indicador importante que revela las prioridades de una economía. En todos los países que forman parte de la OCDE, el gasto promedio por estudiante por año desde la primaria hasta el nivel terciario es de 14 mil 200 dólares. El país que más dedica recursos a sus estudiantes es Luxemburgo (con 30 mil 100 dólares) y el que menos es México, con tres mil 500 dólares por persona por año.
Los países que menos invierten, si se toma en cuenta el equivalente en dólares por paridad de poder de compra, son: México, seguido de Rumania, Türkiye (antes Turquía), Bulgaria, Chile, Latvia, Hungría, Croacia y Lituania. Y dentro de quienes más invierten están: Luxemburgo, Noruega, Islandia, Dinamarca, Austria, Estados Unidos, Suecia, Corea y Bélgica, que destinan entre 15 mil y 25 mil dólares por alumno.
El ‘costo financiero de la educación’ se divide, además, por los elementos que absorben más de ese presupuesto: los servicios básicos (que son los costos directos de enseñanza), más los auxiliares (como el comedor) y la investigación y desarrollo.
Y dentro de esta fórmula hay variables como el sueldo promedio de los docentes (adivinen qué país está a la saga) y a la cantidad de alumnos por profesor (adivinen dónde es más alto ese promedio), datos que también influyen en la inversión por cada estudiante.
En general, para el sistema educativo a nivel primario, secundario y terciario en México se destina el 4.2 por ciento del PIB, mientras que los países de la OCDE destinan en promedio hasta 4.9 por ciento.
Aunque en la mayoría de los 38 países que conforman la OCDE el gasto en educación temprana para los niños más pequeños se incrementó, en México bajó en 18 por ciento del 2015 al 2021.
Hay un dato que me parece revelador en el Education at Glance 2024, de la OCDE: existe una correlación entre el rendimiento medio de los estudiantes en la prueba PISA y el gasto acumulado por estudiante entre los seis y los 15 años. A más gasto por alumno, generalmente se correlaciona con mejores resultados, pero hasta un umbral de 100 mil dólares en esos ocho años. Por ejemplo, Estados Unidos invierte en ese período de tiempo 150 mil dólares por estudiante, pero Japón tiene mejores resultados con una inversión 30 por ciento menor.
“La clave reside en la asignación estratégica de los fondos que ayuden a elevar la calidad de la educación”, explica este análisis.
En el caso de México, otra vez, padecemos de la correlación más baja y los resultados más magros. Con una inversión de solo 29 mil 400 dólares por mexicano desde primero de primaria hasta final de la secundaria tenemos la peor calificación en matemáticas (apenas 395 puntos en promedio) Nos superan todos, empezando por Chile y siguiendo por nuestros socios en el T-MEC, Estados Unidos y Canadá.
No son buenas noticias en un país que no tienen ni la salud de Dinamarca ni la educación promedio que el resto de las economías (siquiera de América) que forman parte de este club.