Benito Solis

Qué sigue en México después de la reforma eléctrica

Es muy preocupante que no se está previendo una nueva estrategia de crecimiento del país, al destruir lo que se ha ido construyendo a lo largo de varios lustros.

Para entender lo que está en juego en este momento habría que ver por qué se han hecho las últimas reformas en nuestro país. En el año de 1982 colapsó la economía porque se siguió una estrategia basada en la sustitución de importaciones, que fue exitosa en un inicio, pero que paulatinamente llevó a una creciente dependencia de las empresas que producían bienes finales internamente, en más importaciones de bienes intermedios, de materias primas y de bienes de capital; pero que eran poco competitivas en los mercados internacionales. Esto significaba que cada vez era menor su capacidad para generar los dólares que requerían para importar sus insumos, situación que el gobierno pudo compensar durante un tiempo con las exportaciones de petróleo y luego con un creciente endeudamiento externo.

La caída en el precio del petróleo y la excesiva deuda del gobierno finalmente dificultaron que el Estado ofreciera la suficiente cantidad de divisas que el mercado requería, lo que llevó a la imposibilidad de cumplir con el servicio de la deuda externa. Esto provocó diversas devaluaciones del peso mexicano, controles de cambios, una grave recesión y un cambio drástico en la estrategia de desarrollo de toda la economía, al ser imposible regresar a la anterior. La misma consistió en crear y transformar empresas competitivas que pudieran exportar y así generar las divisas que requería el país.

Distintas reformas han tenido como objetivo lograr que la economía mexicana pueda competir con sus pares en el resto del mundo y que puedan conquistar los distintos mercados externos. Aquí han sido fundamentales los distintos tratados de libre comercio que ha firmado nuestro país. Asimismo, se ha obligado a nuestros productores a competir con los mejores fabricantes del mundo no solo en el exterior sino dentro del país. Antes la economía era muy cerrada y las empresas nacionales tenían poca competencia, lo que les permitía vender sus productos caros y con frecuencia de mala calidad; ahora la competencia exterior está en cada tienda de la esquina y las empresas mexicanas tuvieron que mejorar, reducir costos y ofrecer mejores productos y servicios o cerrar. A pesar de los temores que había, los empresarios nacionales han demostrado su capacidad.

Sin embargo, para que sucediera esto se tuvieron que tomar decisiones importantes como abandonar el tipo de cambio fijo del peso, por uno flexible. Asimismo, fortalecer la banca nacional y permitir la entrada de socios del extranjero para capitalizarla, para así reducir las tasas de interés; así como bajar el riesgo de que retornaran las elevadas tasas de inflación, por medio de la autonomía del Banco Central y otras más.

Se necesitaron dos décadas de cambios y reformas para que la economía nacional pudiera regresar a la estabilidad económica y las empresas pudieran generar las divisas que se requieren para seguir creciendo. Como ejemplo está la balanza comercial, ya que mientras al inicio de la década de los 80 las exportaciones totales del país eran cercanas a 17 mil millones de dólares, de las cuales menos de 13 mil eran de petróleo y 4 mil de otras empresas privadas; hoy en día las exportaciones de las empresas privadas son superiores a los 400 mil millones de dólares al año y Pemex es ahora deficitario, porque sus importaciones son mayores que sus exportaciones.

Sin embargo, todavía faltan importantes reformas para lograr el desarrollo sostenido del país y la creación de empleos de calidad para su población. Todavía se tienen insumos caros y de mala calidad en el país como son la gasolina y la electricidad que las empresas en el extranjero pueden obtener más baratas; además los impuestos son menores en Estados Unidos que en México, resaltando el Impuesto sobre la Renta. Adicionalmente las tasas de interés son más elevadas dentro de nuestro país, como reflejo de la menor tasa de ahorro y de la inseguridad.

Relacionado con lo anterior está la falta de suficientes empresas privadas para el tamaño de la población, lo que se compensa con la importante emigración que se tiene. Para que el país pueda seguir generando las divisas que necesita para incrementar el crecimiento económico y generar los empleos para elevar el nivel de vida de la población, es fundamental reducir el costo de la energía eléctrica y mejorar su calidad.

La propuesta que se discute en el Congreso lograría el objetivo contrario, es decir generar electricidad más cara y contaminante, lo cual castigará a las empresas exportadoras. Durante algún tiempo el gobierno puede incrementar el subsidio para este energético, como lo hace con Pemex, pero esto tendría un impacto en las finanzas públicas, deteriorando los distintos servicios públicos, como son seguridad, salud, educación, etcétera. Eventualmente esto afectará el tipo de cambio, las exportaciones mexicanas y la sostenibilidad de las finanzas públicas. Es muy preocupante que no se está previendo una nueva estrategia de crecimiento del país, al destruir lo que se ha ido construyendo a lo largo de varios lustros.

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