LONDRES, Gran Bretaña.– En este país, al igual que en el resto de Europa, hay gran preocupación por la situación en Ucrania y la posición militar de Rusia, lo cual está llevando a un conflicto entre este país y las naciones pertenecientes a la OTAN, organización creada al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Existe el riesgo de que la situación pueda desembocar en un conflicto militar, con elevados costos para la economía mundial, algo que se pensaba superado.
En Inglaterra, y en general en todo este continente, esta situación recuerda la llamada Guerra Fría, encabezada por Estados Unidos y sus aliados, por un lado, mientras que por el otro estaba la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (o URSS) que presidía Rusia. Estos dos grandes bloques tenían separada a Europa, siguiendo diferentes enfoques para resolver el problema económico, que es el de la escasez. Mientras en el primero se utilizaba el sistema de precios para asignar recursos, bienes, factores de la producción e ingresos; en el otro se tenía la planeación central, en donde las autoridades decidían como asignar los distintos recursos, productos e ingresos. Después de cuatro décadas quedó claro que el primero permite un incremento mayor en la producción y en los ingresos de las sociedades, al facilitar la movilidad de los factores, una mayor libertad de las personas y mayor innovación de las empresas; mientras que la planeación central conlleva un estancamiento de las economías y menores ingresos en promedio para los habitantes de los países que lo utilizan.
Un conflicto entre estos países tendría un alto costo económico debido a la reducción en el comercio internacional, mayores costos de producción y el riesgo de ataques terroristas a la infraestructura física y tecnológica, entre muchos de sus impactos negativos. Además, es posible que se congelen los movimientos de capitales hacía Rusia, lo que pondría en riesgo a diferentes instituciones financieras, a lo cual existe la posibilidad de que se detengan o reduzcan los envíos de gas a Europa Occidental como represalia. Aunque esto podría parecer lejano a nuestro país, tendría un impacto negativo en distintos sectores de la economía mexicana por su integración al resto del mundo y por los flujos de capitales.
En el caso del Reino Unido el costo es mayor debido a que está inmerso en un proceso de ajuste por su salida de la Unión Europea, denominado Brexit. Esta separación resultó del referéndum del 23 de junio de 2016, en donde 52 por ciento de los votantes apoyaron la propuesta de que la economía del Reino se separara del resto de Europa. Después de varios años de negociaciones e incertidumbre el nuevo acuerdo comercial entró en vigor el 31 enero de 2020, con un periodo de transición que finalizó el primer día del año siguiente, esto es, en enero de 2021.
El ajuste de la economía inglesa ha sido difícil al no existir el libre intercambio de mercancías y servicios, así como de movilidad de personas con el resto de Europa. Ha sido complejo el proceso de las aduanas, la restricción de trabajadores y muchos temas más. Un primer impacto visible es la falta de personal en diversos sectores y se ven anuncios requiriendo choferes de autobuses y camiones, así como trabajadores en empresas manufactureras y en el sector agropecuario. Además, hay faltante de productos e insumos para las empresas, por los mayores trámites y costos para importarlos. Los primeros datos muestran una caída en las exportaciones en el año pasado de 14 por ciento y en las importaciones de -24 por ciento, el cual se compara con un año de ya una fuerte contracción por el COVID.
La falta de personal en distintas áreas, así como menores importaciones, están resultando en un incremento en los sueldos y salarios promedio, lo cual es positivo para los trabajadores. El problema de esto es que la inflación ha subido incluso en un mayor porcentaje, por lo que los salarios reales están bajando en varios sectores. Esta situación está teniendo su impacto político, ya que la sociedad está presionando al actual gobierno para que enfrente y corrija el problema. Por otro lado, diversos estudios indican que la economía de esta nación tendrá un crecimiento menor en un punto porcentual de lo que podría ser al año, como resultado del Brexit. Otro tema preocupante es la caída en el crecimiento poblacional, ya que la tasa de natalidad es menor al 1.6 por ciento anual, inferior a lo que se requiere para mantener estable la población en el mediano plazo.
Además, la llamada ‘City’, que es de aproximadamente una milla cuadrada donde está el centro financiero de Londres y es donde se realiza la mayor cantidad de operaciones financieras del mundo, también se está adaptando a las nuevas reglas del Brexit. Este centro financiero es incluso mayor que Nueva York y está siendo presionado para que realice ciertos cambios. Entre los mismos están los que solicitan los distintos reguladores en Europa presionando para que parte del personal de las empresas financieras se ubique en el continente e imponiendo nuevas reglas para que empresas financieras ubicadas en Londres puedan operar en el continente.
Existían reglas y requisitos para que los países entraran a la Unión Europea, pero no para que salieran, porque no se pensaba que alguien quisiera retirarse de un mercado tan grande y rentable. El Reino Unido decidió hacerlo y hubo que negociar, al mismo tiempo que se fijaron las condiciones para este ‘divorcio’, todo lo cual hizo el proceso muy difícil y cansado.
El autor es economista.