Esta semana se conocerá el dato de inflación de la primera quincena de marzo, el cual seguirá mostrando una clara tendencia de alza, a pesar de que se han reducido los impuestos que pagan los consumidores por la gasolina y el diésel. Estos menores impuestos o subsidios significan menores ingresos para el gobierno, a pesar del importante aumento del precio del petróleo en los mercados internacionales. Esto debido a que la balanza petrolera externa es negativa para México, ya que se gasta más en importaciones petrolíferas, principalmente gasolinas, diésel y gas, que los ingresos que se obtienen por las exportaciones de petróleo y otros productos del sector.
Esta reducción en los impuestos que tienen estos productos evitará un mayor incremento en la inflación, beneficiando a los consumidores en el corto plazo. En el caso de que el precio más elevado del petróleo sea un fenómeno transitorio, el impuesto a las gasolinas se podrá volver a cobrar (o eliminar el subsidio) con lo que el impacto en las finanzas públicas será limitado.
Sin embargo, si el incremento de los precios internacionales del petróleo no es transitorio y se mantiene durante varios meses más, el impacto en las finanzas públicas sí sería relevante. Lo anterior se reflejaría en un mayor deterioro de los servicios públicos, como son seguridad, salud, mantenimiento de calles y carreteras, etcétera, o en un mayor déficit fiscal con problemas adicionales debido a su financiamiento.
Sin embargo, el problema de la inflación no se reduce solo a un incremento en el precio de los energéticos que afectan a México, sino que ya es un fenómeno que ocurre en diversos sectores y productos no solo en México, sino en todo el mundo. En el caso de nuestro país, los precios al productor ya están incrementándose más que los precios al consumidor. Mientras que los segundos se elevaron el mes pasado en 7.28 por ciento en términos anuales, los primeros lo hicieron a una tasa anual de 12.6 por ciento, lo que tendrá que repercutirse al público en los siguientes meses. Además, el índice al consumidor de los precios subyacentes ya muestra una clara tendencia creciente en los últimos meses.
Aspecto importante del fenómeno inflacionario es que esto se está generalizado en la mayoría de las naciones con las que comercializamos y al ser México una economía abierta, nos beneficia o perjudica lo que sucede en el resto del mundo. Si se elevan los precios de las materias primas, de los insumos y de los productos en el exterior, es inevitable que los mismos suban dentro del país de manera paulatina.
Además, si los fabricantes nacionales ven que sus productos se pueden colocar en el extranjero con precios más elevados, es inevitable que les den más preferencias a las exportaciones que a colocar sus mercancías dentro del país. Así vemos que la inflación en Estados Unidos fue de 7.9 por ciento anual el mes pasado, mientras que en Europa y en Canadá ya está cerca de 6.0 por ciento, porcentajes que marcan un piso para nuestros productos. Como los sueldos y salarios tienden a ser menos flexibles y suben en menor proporción, es inevitable que las presiones sociales y políticas se agraven en las siguientes semanas y meses.
Es frecuente que los gobiernos busquen evitar que la inflación externa afecte a los precios dentro de sus países, lo cual puede provocar mayores problemas que los que se intentan corregir. Entre los distintos mecanismos que en ocasiones los gobiernos usan para tratar de controlar la inflación están los siguientes: 1) Evitar o prohibir las exportaciones, para que abunden los productos dentro del país y no suban los precios. Esto lo hizo de manera reciente Argentina con la carne, lo que provocó una crisis en el sector agropecuario y en la balanza de pagos al disminuir los flujos de divisas, por lo que ocurrió una fuerte devaluación. 2) Controles de precios, lo que se hizo en México en el pasado. Lo anterior provocó quiebra de empresas, una fuerte recesión y corrupción. 3) Subsidios por parte del gobierno para que los precios no se eleven, como empieza a ocurrir en la gasolina en México y en Europa con el gas. En Venezuela se subsidia la gasolina desde hace años y ahora su precio ya es cercano a un centavo de dólar el litro, pero es escasa, ha quebrado la industria petrolera, ha distorsionado el resto de la economía y es muy difícil eliminarlo por razones políticas y sociales. 4) Permitir que se aprecie el tipo de cambio, lo que evita que suban los precios internamente, pero requiere de importantes entradas de capitales y un superávit fiscal. Para lograrlo se requiere de una gran confianza en las políticas que sigue el gobierno, como sucede en Suiza o por incrementos importantes en las tasas de interés, pero solo hasta cierto nivel.
En conclusión, el actual entorno externo requerirá de una gran capacidad de maniobra del gobierno, así como de poder generar confianza tanto interna y externa para lograr mantener la estabilidad macroeconómica que México ha gozado en las últimas décadas.
El autor es economista.