Benito Solis

Las economías mantienen dinamismo, pero dificulta bajar inflación y tasas

Se mantiene elevado el crecimiento de la demanda agregada a nivel global, lo que presiona los precios dificultando así el control de la inflación.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó sus pronósticos económicos para los distintos países del mundo la semana pasada en su reunión anual, en Marruecos. En los mismos destaca que se mantiene el dinamismo, pronosticando que el PIB mundial tendrá un crecimiento del 3.0 por ciento para el presente año y para 2024 será de 2.9 por ciento. Los datos para EU son de 2.1 por ciento y 1.5 por ciento, mientras que para Latinoamérica y el Caribe en su conjunto es de 2.3 por ciento para ambos años. En el caso de México espera que nuestra economía tenga un crecimiento de 3.2 por ciento y de 2.1 por ciento, respectivamente.

Lo anterior se confirma con los más recientes datos de creación de empleos, la baja tasa de desempleo, la inversión y otros más, tanto en Estados Unidos como en México y en otros países. Esto fortalece la posibilidad de que se tenga un soft-landing o desaceleración suave de las economías, resultado de la restricción monetaria de los bancos centrales.

Sin embargo, el aspecto negativo de lo anterior es que confirma que se mantiene elevado el crecimiento de la demanda agregada a nivel global, lo que presiona los precios dificultando así el control de la inflación. Según los datos del FMI, la mediana de inflación para las economías desarrolladas es de 5.2 por ciento para el presente año y se tendría como objetivo bajarla a 3.3 por ciento en el 2024. En el caso de las economías en desarrollo o emergentes, la inflación para el presente año se espera en 6.1 por ciento y podría bajar a 4.4 por ciento; sin embargo, esto es sin ningún evento extraordinario que impacte los precios. Estos datos muestran que la inflación se mantiene por arriba del promedio de los últimos lustros.

A lo anterior habría que agregar el preocupante entorno internacional como son restricciones a la producción de petróleo, el rompimiento de las cadenas productivas, la carencia de alimentos en los mercados internacionales y otros más.

Por lo mismo es previsible que los bancos centrales mantengan su política restrictiva en los siguientes meses, lo que se reflejará en que las tasas de interés seguirán elevadas o incluso se incrementarán aún más en los próximos trimestres. Esto impacta en los mercados financieros, en las empresas y en los consumidores:

1) Los primeros perjudicados son los deudores, quienes tendrán que pagar más por el servicio de sus deudas. Esto perjudica a las empresas más débiles, a aquellas que tengan menores fuentes de financiamiento y con una posición crediticia endeble.

2) Las empresas más endeudadas tendrán dificultad para renegociar sus deudas, debido a su mayor riesgo crediticio. Un caso relevante es Pemex, siendo la empresa petrolera más endeudada del mundo, con un porcentaje de liquidez muy reducido y una calificación crediticia, sin el apoyo del gobierno federal, extremadamente débil y riesgosa.

3) El costo será elevado para aquellos que consideraban que las tasas de interés iban a bajar rápido, por lo que adquirieron instrumentos financieros de largo plazo a tasa fija. En la medida en que esto no sucedió e incluso subieron, esas posiciones financieras tienen pérdidas. Como ejemplo están aquellos que compraron bonos a una tasa de interés fija del 6.0 o 7.0 por ciento a varios años y hoy que las tasas están arriba del 10 por ciento, los mismos bajan de precio y solo pueden venderlos en el mercado con pérdidas. Esto tiene un efecto negativo en fondos de ahorro, en el capital de los bancos y casas de bolsa, así como en los fondos de retiro, como son las Afore. Aquellos que tienen posiciones en estos instrumentos ven cómo su valor se reduce mes con mes.

Sin embargo, el abandonar la lucha en contra de la inflación para evitar los costos en el corto plazo, provocaría mayores costos y desequilibrios en las economías en el mediano y largo plazo.

El autor es economista.

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