Las diversas estadísticas económicas muestran que México está en medio de una importante desaceleración de su economía, destacando el Indicador Global de la Actividad Económica, que en octubre pasado tuvo una contracción mensual de 0.7 por ciento y de 0.3 por ciento con respecto al mismo mes del año anterior. Por sectores destaca el -4.7 por ciento de las actividades primarias y el -3.3 por ciento de las actividades secundarias, entre las cuales se incluyen manufacturas, generación de energía eléctrica y construcción.
Por su parte, el peso mexicano tuvo un debilitamiento del 20 por ciento en el curso del año, lo cual ha tenido un impacto reducido en la inflación, la cual terminó en 4.2 por ciento en diciembre pasado. Esto ha resultado a pesar del incremento en los salarios formales, que se han elevado por encima de la inflación en los últimos años. Parte del impacto se ha traducido en una reducción en la creación de nuevos empleos formales, que quedó muy por debajo de la meta propuesta por las autoridades de crear 1.2 millones de empleos en el año, para poder absorber a los jóvenes que entran al mercado laboral cada doce meses. El IMSS registró en diciembre pasado 215 mil nuevos puestos de trabajo formales en comparación con el inicio del año y solo en diciembre hubo una contracción de 405 mil puestos de trabajo. La incertidumbre que provoca la pérdida de empleos en el mercado laboral propicia que aquellos que lo tienen consuman una proporción menor de sus ingresos, lo que reduce las presiones inflacionarias, por un tiempo.
Sorprende la desaceleración económica en 2024 a pesar del elevado déficit fiscal en que incurrió el gobierno federal, que es cercano al 6 por ciento del PIB, financiado con un incremento de la deuda pública. Esto significa que la demanda agregada del país se elevó en este porcentaje, mientras que la economía solo tendrá un crecimiento cercano al 1.5 por ciento en el mismo periodo. Lo que supone que, de no haberse tenido ese déficit en las finanzas públicas, la economía habría sufrido una importante contracción en el año.
El entorno económico está inmerso en una importante incertidumbre en el año que inicia por razones tanto de índole nacional como internacional. En el país se prevé dificultad para reducir el desequilibrio en las finanzas públicas y su efecto en el resto de la economía; mientras que en el entorno externo preocupa el impacto de las medidas que ha anunciado el gobierno entrante de Estados Unidos en nuestro país, así como el importante deterioro político en Europa y una posible ‘guerra de aranceles’, que siempre provocan menor actividad económica junto con incrementos en los precios.
Se espera que el déficit fiscal sea dos puntos porcentuales del PIB inferiores al de 2024, pero esto tendría un impacto negativo en el crecimiento de la economía. Esto se considera difícil de lograr al haberse anunciado nuevos programas sociales y un creciente gasto por las pensiones y el pago por el servicio de la deuda. Por otro lado, incrementos en los precios de los bienes y servicios públicos, así como mayores impuestos tendrían un impacto negativo en la actividad económica y en la competitividad de las exportaciones mexicanas.
Por su parte, el presidente electo de Estados Unidos ya ha anunciado una reducción importante de los impuestos para las empresas que se instalen en ese país, lo cual reducirá el atractivo para que inviertan en México, lo cual reduce el beneficio que se esperaba por el nearshoring. Además, ha sido insistente en elevar los aranceles a las importaciones que provengan de los distintos países, incluyendo México, perjudicando a su industria automotriz. Otra de las medidas que ha mencionado es el inicio de un importante programa de repatriación de personas que habiten en aquel país que estén sin residencial legal, lo cual provocaría mayores problemas a las finanzas de los distintos gobiernos locales y al federal.
En los próximos días se conocerán el detalle de las medidas que piensa llevar a cabo.