Se acaba de anunciar que el salario mínimo general que se deberá otorgar el próximo año se incrementa en 20 por ciento. Sin embargo, esto no enfrenta la razón fundamental de porqué los salarios son bajos en México en comparación con el que predomina en otras naciones: Hay pocas empresas y capital invertido en el país, para el número de personas que desean trabajar. Por lo mismo, el ajuste se realiza por medio de reducción en los salarios; por otro lado, en países como Estados Unidos hay una gran cantidad de capital y empresas que desean contratar a más personal, lo cual eleva los salarios. La solución de largo plazo para elevar los salarios es incrementar el número de empresas que existen en México. Esto que parece tan obvio, es muy difícil de entender para mucha gente. Políticamente es más atractivo el elevar por decreto los salarios.
Este incremento salarial vuelve a reactivar la discusión de cuál puede ser su impacto en la inflación. Por un lado, los pesimistas dicen que ahora sí empezarán a elevarse los precios en la economía; mientras que los optimistas piensan que no será así y que incluso la demanda adicional permitirá una reactivación en el crecimiento económico.
Aunque existe cierta relación entre los cambios en los salarios generales y la inflación, la misma no parece ser directa ni tampoco causal entre ambas variables. La inflación (que es el aumento general y sostenible en el nivel de precios de una economía) tiene como causa principal el manejo monetario, mientras que los sueldos elevan la inflación dependiendo de los costos de las empresas y sobre todo del comportamiento de la demanda agregada, que con frecuencia resulta del manejo monetario. Hay que enfatizar que la inflación no significa que los precios suban, sino que el poder de compra de la moneda baja, lo que se refleja como mayores precios. La comparación más parecida con este hecho es pensar que el Sol se mueve y la Tierra está fija, sin embargo la realidad es lo opuesto.
En México hemos tenido casos en que los salarios mínimos han subido de manera relevante e igual lo ha hecho la inflación, como sucedió en 1981 y 1982. En esos años los salarios mínimos se incrementaron en 29 por ciento y 73 por ciento; mientras que la inflación lo hizo en 29 por ciento y 99 por ciento respectivamente. El caso opuesto ocurrió en 2018 cuando el salario mínimo se elevó en 10 por ciento, mientras que la inflación lo hizo solo en 4.3 por ciento y en el año actual hubo un incremento salarial de 16 por ciento y la inflación será muy cercana a 3 por ciento.
La razón de la poca inflación en los últimos años, a pesar de los aumentos en los salarios, se debe a que solo 10 por ciento de los trabajadores ganan este salario mínimo y a la política del Banco de México, el cual ha mantenido el control en los agregados monetarios. Al no haber más liquidez en la economía no es posible que suban los precios de los diferentes productos. Por esta razón las empresas no pueden reflejar los incrementos de sus costos laborales en el precio de venta de sus productos. En el caso de algunas empresas, al no poder repercutir sus mayores costos a los consumidores, prefieren reducir sus niveles de producción. Esto (junto con la desconfianza entre los inversionistas) se refleja en una menor actividad económica, lo que explica un crecimiento del PIB en el año que termina cercano a cero por ciento.
Por otro lado, también se tiene una disminución relevante en la creación de empleos, como lo registra el número de nuevos asegurados en el IMSS, el cual venía creciendo a tasas superiores a 4 por ciento y hasta la primera quincena de diciembre solo lo está haciendo en 2.3 por ciento. Esto significa que cerca de 400 mil trabajadores que tendrían trabajo, no lo podrán obtener.
Por lo mismo y con un manejo monetario prudente y un entorno de desconfianza entre los inversionistas, este aumento del salario mínimo no se reflejará en una mayor inflación, sino en menor actividad económica y en reducción en la creación de nuevos empleos.