El autor es economista .
México está inmerso en una profunda crisis económica y de salud, que de no tomarse las medidas correctivas en la actualidad, tardará muchos años en superar, lo cual significará una disminución en el nivel de vida de un porcentaje importante de la población. Para corregirlo es condición indispensable que la economía mexicana recupere su crecimiento a elevadas tasas. El aumento de la producción nacional es equivalente al incremento en el ingreso nacional, lo que a su vez es la suma de los ingresos de los distintos factores de la producción.
Este crecimiento en la economía generaría recursos adicionales para el gobierno, para las empresas y, sobre todo, para las personas quienes así dispondrían de una mayor capacidad para enfrentar la actual pandemia y otras carencias en el futuro.
Pero para crecer se requiere que la inversión sea relevante. Los países que tienen mayores tasas de desarrollo económico dedican un porcentaje importante del PIB a la misma, como es en China e India, en donde representa más de 44 por ciento del producto nacional, y en México en la década de los sesentas.
Contrario a lo conveniente, la inversión en nuestro país ha venido disminuyendo y en la actualidad equivale a menos de 20 por ciento del PIB. Además datos recientes publicados por el Inegi muestran que la formación bruta de capital fue -24.1 por ciento en junio pasado, en comparación al mismo mes del año anterior. Así, en el primer semestre de 2020 la caída fue de -21.4 por ciento anual, lo cual da una idea de la contracción que sufre y que hará imposible una reactivación sólida de la economía en los siguientes años, sin tomar las medidas correctas.
Adicional a crear un entorno de confianza y seguridad para los inversionistas, una primera acción sería fortalecer el ahorro tanto interno como el externo. El interno se compone del ahorro de las familias, es decir el ingreso disponible menos el consumo; de las utilidades de las empresas; del ahorro que proviene del sector público y del llamado ahorro financiero, que en la actualidad llega a representar un saldo acumulado cercano a 102 por ciento del PIB. Este último se incrementa en cerca de 5.0 por ciento del PIB en el año, que es bajo para el 25 a 30 por ciento que se requiere de inversión anualmente para que la economía pueda crecer 7.0 por ciento y no el 2.0 que se ha tenido en los últimos años.
Algunos piensan que una manera de logra un mayor ahorro en el país sería que las familias disminuyeran su consumo y guardaran recursos adicionales 'bajo el colchón'. El hacerlo así provocaría una peor crisis, porque esto bajaría el consumo, el componente más importante de la demanda agregada, y disminuiría el ahorro financiero y por consecuencia el crédito a los inversionistas, perjudicando aún más la demanda agregada. Un impacto negativo parecido sería que se elevaran los impuestos en el país en este momento, lo que contraería aún más la demanda agregada, provocando una mayor contracción de la economía.
Un problema actual es el elevado porcentaje del ahorro financiero interno que se canaliza al sector público, quien se queda con 52 por ciento del total, mientras que el restante 48 por ciento lo obtiene el sector privado, es decir para las empresas y las familias del país.
Una de las medidas que se podría tomar para modificar esta situación es reducir los impuestos al ahorro así como mantener las tasas de interés que pagan a los ahorradores por arriba de la inflación. Por otro lado se requiere que el déficit fiscal del sector público sea menor para permitir que los inversionistas tengan una mayor cantidad de recursos crediticios disponibles para sus proyectos y así bajar las tasas de interés activas, es decir las que cobran las instituciones financieras.
En el primer caso es preocupante que mientras el Banco de México tenga una tasa de referencia para los instrumentos de deuda de 4.5 por ciento, el gobierno carga un impuesto de 1.45 por ciento sobre estos rendimientos, lo que significa que los rendimientos que obtiene una empresa o una persona por sus ahorros bancarios es de sólo 3.05 por ciento anual, que es inferior al último dato de inflación anual, que fue de 3.99 por ciento. Esto significa que el ahorrador pierde por dejar de consumir.
En la medida en que no se fomente el ahorro en el país, no se tendrán los suficientes recursos para elevar el monto de inversión requerido para que la economía tenga un crecimiento elevado y sólido.