Benito Solis

La nueva economía requiere certidumbre, moneda estable y bajos impuestos

Para que el desarrollo de México no se rezague aún más, deberá incrementar la inversión, sobre todo la privada, a fin de que pueda competir con el resto del mundo.

El autor es economista .

La economía mexicana está inmersa en su peor crisis desde 1933 y se estima que el PIB tendrá una contracción cercana a 10 por ciento en 2020, lo que significa la pérdida de varios millones de fuentes de ingresos para los trabajadores, tanto formales como informales. El porcentaje de la población que estará en pobreza al final del año crecerá de manera significativa y se perderán los avances logrados en toda la década pasada.

Este entorno provocará el cierre definitivo de empresas que no podrán volver a operar una vez que la crisis haya sido superada, con la pérdida de los empleos que habían creado. Adicionalmente se tendrán cambios permanentes en la manera que funcionarán las economías en todo el mundo en las siguientes décadas. Nuevos métodos de trabajo y patrones de consumos se están definiendo en este momento, frente a nuestros ojos, a pesar de que muchos piensan que todo volverá a ser igual que antes una vez que pase la pandemia.

Tal vez el ejemplo más claro de este cambio está en que una gran cantidad de empleados y funcionarios de las distintas empresas pueden trabajar sin tener que asistir de manera física a sus oficinas. Esto se refleja en más tiempo libre para ellos, porque no tienen que desplazarse al trabajo, lo que significa una reducción en el consumo de gasolina y el uso del automóvil, de cierto tipo de ropa así como menor espacio de oficinas, etcétera. Todo lo anterior tendrá un impacto en los precios de los distintos productos y servicios. Por otro lado, se incrementa la demanda de distintos servicios como telecomunicaciones, equipos de cómputo con más velocidad y capacidad, servicios de entrega a domicilio y servicios de entretenimiento por el mayor tiempo disponible para las personas, etcétera. Esto tendrá cambios en los precios de los distintos bienes y servicios que proporcionen las empresas, lo cual significa importantes ganancias para algunas de ellas, pero pérdidas significativas para otras. Una vez que pase la recesión, sobrevivirán las empresas que se adapten al nuevo entorno y prioridades económicas. Para que el desarrollo de México no se rezague aún más respecto a las demás naciones, deberá incrementar de manera significativa la inversión tanto la pública, pero sobre todo la privada (que representa 90 por ciento de la total) a fin de que pueda competir con el resto del mundo.

La inversión que requiere sería de 10 a 15 puntos porcentuales del PIB adicional a lo que ha invertido en los pasados años, lo que significa que casi se duplique. Este monto permitiría regresar a crecimientos superiores a 6.0 por ciento del PIB al año y lograría la creación de más de un millón de empleos anuales. Aunque parece una meta difícil de alcanzar, México lo logró en la década de los sesenta en el siglo pasado.

Para poder elevar la inversión en el país en estos montos se requieren varias condiciones, siendo algunas de ellas indispensables, como son: 1) Estabilidad política. Cambios frecuentes en las leyes y en general en las 'reglas del juego' tienen un efecto negativo en los distintos proyectos, que necesitan de varios años para poder recuperar los capitales iniciales. Esto ha sido una importante regla que ha permitido el desarrollo actual de China. 2) Menores impuestos. México tiene un sistema impositivo de los más elevados en el mundo, una vez que las empresas pagan el ISR, el reparto de utilidades y el 10 por ciento de dividendos, así como otros impuestos específicos y regionales. Además, los costos de producción con frecuencia son más elevados que los que predominan en nuestros socios comerciales, como son los precios de la gasolina, el gas y otros más. Esto queda de manifiesto con la vigencia de la zona franca, de menores impuestos en las fronteras norte y sur del país, para evitar que las empresas y los consumidores mexicanos adquirieran sus insumos y productos en el exterior. 3) Mercados más flexibles y libres para que se puedan llevar a cabo las modificaciones que las empresas y los consumidores tendrán que hacer ante el nuevo entorno económico. 4) Moneda estable para que toda la economía pueda hacer los ajustes que se requieren. La intervención en la operación del Banco de México o el nombramiento en su Junta de Gobierno de personas sin los conocimientos y experiencia requeridos tendrían un impacto negativo en toda la economía, incrementando la incertidumbre y reduciendo así la inversión. Las experiencias de esta intervención en países como Argentina, Venezuela, Turquía y en otras épocas Ecuador, Chile y El Salvador, entre otros, han sido muy costosas para sus poblaciones y para sus distintos gobiernos.

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