Benjamin Hill

Avances y oportunidades en integridad corporativa

El índice de Integridad Corporativa (IC500) busca conocer mejor y calificar la realidad sobre el compromiso público de las 500 empresas más grandes de México en la prevención de la corrupción.

El día de ayer se hizo público el índice de Integridad Corporativa 500 (IC500) 2019, elaborado por las organizaciones Transparencia Mexicana y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, en asociación con la revista Expansión y fondeado con recursos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Se trata de la tercera edición anual de este índice, que ya había sido publicado en 2017 y 2018. La metodología que se utiliza para la elaboración del IC500 está basada en el índice TRAC (Transparency in Corporate Reporting, última edición publicada en 2016), elaborado por Transparencia Internacional, en el que se mide la apertura y calidad de la publicación de los compromisos anticorrupción de 100 empresas multinacionales provenientes de 15 economías emergentes que operan en 185 países.

Como se advierte en el propio informe, es importante subrayar que el IC500 no es un índice que mide la corrupción en las empresas y no las califica en cuanto a su historial de casos de corrupción; más bien evalúa la manifestación pública del compromiso de las 500 empresas más grandes que operan en México sobre la adopción de políticas de integridad, como la elaboración de códigos de ética y la existencia de mecanismos de denuncia, por ejemplo, así como la calidad con la que se hacen públicas esas acciones.

El IC500 busca conocer mejor y calificar la realidad sobre el compromiso público de las 500 empresas más grandes de México en la prevención de la corrupción. Es el primer índice de su tipo elaborado en México y a tres años de haberse publicado por primera vez, parece haber tenido un impacto positivo sobre la conducta de las empresas grandes que operan en nuestro país, al menos en algunos de los aspectos que mide este índice. Eso es una buena noticia y una demostración de que desde la sociedad civil es posible generar acciones que lleven a la creación de un nuevo sistema de incentivos para que las empresas adopten políticas internas que promuevan la integridad corporativa.

Creo que el valor principal de este índice tal vez sea en primer lugar, que se trata de una iniciativa mexicana, hecha gracias a la colaboración de organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación y organismos de cooperación internacional. En segundo lugar, el IC500 tiene el mérito de proponer un estándar general y comprobable de acciones que reflejan el compromiso en integridad de las empresas que operan en nuestro país y que, al hacerse público, crea incentivos para mejorar su calificación, en una especie de competencia virtuosa.

Una muestra del efecto que ha tenido el IC500 en el breve tiempo en el que se ha publicado, es que el promedio de la calificación de las empresas evaluadas ha mejorado año con año. Esto puede interpretarse como efecto directo de la influencia que tiene la publicación del índice sobre las acciones de muchas de las empresas evaluadas. En 2017, el promedio general fue de 36 sobre una calificación máxima de 100, en 2018 subió a 46 y en 2019 a 57. A pesar de la mejora en el promedio general, eso no quiere decir que todas las empresas hayan aumentado el compromiso de publicar sus acciones de integridad corporativa, ni que no exista aún espacio para mejorar. De acuerdo con el informe, la calificación más frecuente fue de 5.88 sobre 100 (78 empresas, el 16 por ciento del total), lo que refleja una ausencia casi total de compromiso con la publicación de acciones de integridad de un grupo importante de compañías evaluadas. Tal vez con el tiempo, con la maduración y mayor difusión del IC500, las empresas que hasta ahora se han mantenido indiferentes a esta iniciativa, decidan finalmente adoptar y publicar sus acciones de integridad corporativa.

El IC500 hace una clasificación de la calificación de las empresas por sector, del cual se puede ver que los sectores con menor calificación son los de "Servicios inmobiliarios", "Siderurgia y metalurgia" y "Vidrio y envases". Los sectores mejor calificados fueron los de "Minería", "Agroindustria" y "Cuidado personal".

En cuanto al origen nacional de las empresas calificadas, las que obtuvieron una menor calificación fueron empresas originarias de India (7.8), China (27), Corea (30.2) y Japón (34.9), dudoso honor que corresponde curiosamente a países de Asia, mientras que las mejor calificadas fueron las empresas originarias de Australia (98), Colombia (92.2), Singapur (92.2) y Argentina (83.3), llamando la atención en especial la presencia de empresas sudamericanas. En promedio, las empresas de México se encuentran entre las de menor calificación, con 48.9, lo cual representa un reto particular que debería ser aceptado por todos los empresarios de nuestro país. A pesar de que el promedio de la calificación de las empresas mexicanas es bajo, hay casos de excelencia que vale la pena mencionar, como los de Fresnillo PLC (98.04), Gentera (98.04), Grupo Bimbo (98.04), Grupo Palacio de Hierro (98.04), Grupo Comercial Chedraui (96.08) y Grupo Presidente (96.08). Muy lejos del cuadro de honor están las empresas mexicanas que tuvieron una calificación de cero, esto es, no hacen nada por publicar sus políticas de integridad, como Circle K México /CDMX, Fibrahotel, Grupo Proeza, Grupo Royal Holiday, y Grupo Bal.

Un ejercicio interesante sería vincular y hacer comparaciones entre el origen nacional de las empresas calificadas en el IC500 con la calificación de esos países en otros índices, como el de "Percepciones de Corrupción", que mide la percepción sobre la corrupción en cada país y el de "Fuentes de Soborno", que mide la propensión a pagar sobornos de las empresas provenientes de los 30 países que más exportan, ambos de Transparencia Internacional.

Es sin duda positiva y útil la aparición de iniciativas de la sociedad como esta que buscan crear más incentivos para que las empresas adopten acciones que promuevan la integridad corporativa. En los tres años que lleva publicándose, el IC500 ha mostrado consistencia, ha generado aprendizajes y ha comprobado su capacidad de influir positivamente en la actitud de las principales empresas hacia la transparencia y la integridad.

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