Benjamin Hill

Lo que pudo haber sido

A dos años de que iniciara la actual administración, el autor quiso comentar un ejemplo de lo que Noruega han hecho para construir un mejor futuro para sus ciudadanos.

La historia petrolera de Noruega es relativamente reciente comparada con la de México, que empezó en 1869 con la llegada a nuestro país de exploradores estadounidenses. Exactamente cien años más tarde, en agosto de 1969 y después de tres años de búsqueda infructuosa que parecía un fracaso, los noruegos encontraron importantes reservas de petróleo y gas natural en el Mar del Norte. Esa región presenta serios retos técnicos y grandes peligros para la exploración y producción de petróleo, como lo muestra crudamente el siniestro director Lars Von Trier en la película Breaking the Waves. Las plataformas del mar del Norte y de otras zonas en donde Noruega produce petróleo, como en el mar de Barents, suelen estar en lugares alejados de la costa y enfrentan condiciones muy adversas. Están sujetas a un clima despiadado, en donde las temperaturas pueden llegar a los 30 grados bajo cero, con vientos de tempestad, el incesante golpeteo de olas inmensas y lluvias torrenciales que parecen no terminar nunca; todo eso bajo la oscuridad total de las largas noches del invierno nórdico. En esas condiciones existe un constante peligro para los operadores, los equipos suelen fallar y las reparaciones toman tiempo. Después del descubrimiento, muchas empresas noruegas hicieron fuertes inversiones en su reconversión, para abandonar la decadente industria astillera, dejaron de construir buques y desarrollaron técnicas propias para la extracción de petróleo en esas difíciles condiciones. Tal vez debido a que la producción de petróleo en Noruega está acotada dentro de un estrecho margen de utilidad, dados los costos de producción, desde un principio sus empresas trabajaron inspiradas por una orientación a la eficiencia y la innovación.

Al igual que la industria petrolera de Noruega, la historia del famoso Statens pensjonsfond utland o Fondo global petrolero de Noruega, también es muy reciente. Establecido en 1990 con el fin de aminorar el efecto de las fluctuaciones en el precio del petróleo, el fondo invierte las ganancias de la industria petrolera en mercados financieros internacionales. En pocos años, el fondo ha crecido hasta convertirse en un leviatán. Cuenta con 1.2 billones (o trillones, a la manera anglosajona) de dólares en activos, y posee el 1.5 por ciento de las acciones de empresas que cotizan en mercados en todo el mundo. Para ponerlo en una perspectiva humana, a cada habitante de Noruega le tocarían poco más de 220 mil dólares, si el valor del fondo se repartiera. El fondo, que cubre un aproximado de la sexta parte del gasto público del país, ha sido tan exitoso en sus decisiones de inversión, que ya no se justifica llamarle 'fondo petrolero'. En realidad ya no lo es. La mayor parte del valor del fondo no proviene de las ganancias petroleras, sino de utilidades acumuladas de bonos soberanos, acciones y otras propiedades. De hecho, y a pesar de sostener una parte importante de las finanzas públicas de Noruega, las aportaciones petroleras al fondo no se han tocado. Podría pensarse que este éxito se explica por una administración de los activos del fondo que ha sido agresiva y sin escrúpulos; después de todo, se trata de un fondo originado en la infame y corrupta industria petrolera. Sin embargo, no es así.

Yngve Slyngstad fue el CEO del fondo noruego por más de diez años. Acaba de renunciar el verano pasado dejando un historial de éxito que parecería irreal. En una entrevista para el Financial Times (20-11-2020), Slyngstad atribuye la responsabilidad y la claridad de objetivos en el manejo del fondo a un concepto legal y cultural muy interiorizado en la cultura cívica de noruega llamado allemannstretten, sustentado en una profunda creencia en la igualdad, y que podría traducirse como el derecho a caminar por donde uno le plazca. Este concepto faculta a los senderistas noruegos a pasear y atravesar propiedades públicas y también privadas. Es un derecho que iguala a todos los ciudadanos. Para el manejo del fondo eso se traduce en sentir el fondo como propio, y en el derecho de conocer y controlar la forma como se maneja, en lo que podría interpretarse como un estado elevado de transparencia y de involucramiento del ciudadano común en los temas públicos. Eso ha ayudado a que el fondo tenga un acercamiento a las inversiones con responsabilidad ambiental, social y de gobierno corporativo, o ESG. El fondo cuenta desde hace tiempo con un comité de ética externo, que ha recomendado no invertir en empresas con historial con violaciones de principios éticos básicos. Bajo esas consideraciones, el fondo ha retirado sus inversiones de más de 300 empresas que mostraron tener efectos negativos para el medio ambiente.

Hoy se cumplen dos años del inicio de esta administración. Se trata de una fecha en la que naturalmente se pone en perspectiva el desempeño del gobierno, como ha sucedido con otras administraciones en el pasado. Por regla general, se hace una valoración de logros con base en metas planteadas, promesas de campaña y la comparación con estadísticas de gobiernos anteriores. En lugar de hacer eso, quise hoy comentar un ejemplo de lo que otros países han hecho para construir un mejor futuro para sus ciudadanos, con menos recursos y mucho menos tiempo que nosotros. Un ejemplo de lo que pudimos haber hecho y no hicimos. Un ejemplo de lo que tal vez todavía podríamos hacer.

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