Benjamin Hill

Nuevas instrucciones para vivir en México

Es preciso prevenir el regreso del autoritarismo que ya vivimos en el pasado y del que Ibargüengoitia escribía: “Una sociedad en donde todas las iniciativas vienen de arriba, es, políticamente hablando, una sociedad infantil.

En el libro Instrucciones para vivir en México se reúnen algunos de los artículos periodísticos de Jorge Ibargüengoitia, escritos entre 1969 y 1976, en los que aborda con ironía y sentido crítico las costumbres sociales, la historia, el sistema político y la burocracia en el México de los años setenta. Más que instrucciones o sugerencias para sobrellevar la vida en México, Ibargüengoitia hace una descripción al tiempo humorística y cruda de la complejidad de la vida diaria, de la irracionalidad burocrática, de las costumbres cotidianas que a un extranjero le parecerían grotescas o mágicas, y también de la violencia y la crueldad escandalosamente normalizadas. Se trata de una ventana al México de hace 40 años en el que podemos encontrar algunas observaciones que, para bien y para mal, siguen teniendo vigencia.

¿Qué pensaría Ibargüengoitia del México de hoy si hubiera viajado en la máquina del tiempo? Creo que diría que encuentra muchas similitudes con el México en el que escribió sus artículos. Tenemos un sistema político con una alta concentración de poder en el Ejecutivo y un partido casi hegemónico, situación que no habíamos visto precisamente desde los tiempos de Ibargüengoitia. Si bien el gobierno cuenta con legitimidad democrática y una amplia presencia en las cámaras del Congreso gracias a los votos de los ciudadanos, hay una fuerte concentración del poder en el Ejecutivo que no ayuda a la salud de la democracia. Es necesario tomar en cuenta que los sistemas presidenciales con mayorías en el Legislativo tienden a concentrar el poder mucho más que los sistemas parlamentarios. Esto es porque en sistemas parlamentarios el jefe de Gobierno es electo por una mayoría legislativa y queda obligado a rendirle cuentas al Parlamento; en cambio, en sistemas presidenciales el presidente debe su legitimidad a una elección popular y no al Parlamento.

Pero no es solamente la concentración del poder que deriva de las elecciones lo que debe preocuparnos, también están las señales que ha dado el gobierno, en las que se asoma una clara raigambre autoritaria. Después de décadas de vivir en una democracia que, si bien tenía graves deficiencias, estaba caracterizada por la pluralidad, por gobiernos divididos y otros equilibrios que ayudaron a prevenir y contener los impulsos autoritarios –que sin duda los hubo–, hoy vivimos una situación que resulta nueva, distinta y desconocida para todos, para la cual necesitamos un mapa de ruta, una brújula, una nueva lista de instrucciones para vivir –para sobrevivir– en México. Tal vez pueda estar a debate si nos encontramos o no en la antesala de un régimen autoritario, a fin de cuentas no hay parámetros que nos indiquen claramente si rebasamos ya el umbral del autoritarismo. Tal vez nos terminemos dando cuenta de la transfiguración de nuestra democracia al autoritarismo cuando sea demasiado tarde, si es que eso ocurre. De lo que no tengo duda es que es necesario hacer algo para que la concentración de poder actual no termine siendo la plataforma de un gobierno autoritario, como ha sucedido ya en otros lugares del mundo. Esa tarea sin duda será muy difícil. Los mecanismos de contrapeso democrático se encuentran muy debilitados. La oposición política se encuentra sin agencia, sin narrativa de futuro, deslegitimada y enanizada tras la elección de 2018; los medios de comunicación y la sociedad civil se encuentran también muy debilitados como para ejercer a plenitud su papel de contrapeso.

A pesar de las señales autoritarias y de la debilidad de los mecanismos democráticos para hacer frente a una posible degradación de la democracia, aún estamos a tiempo de hacer algo. Todavía no hemos caído irremediablemente en una situación de autoritarismo, de la que sería muy difícil salir una vez adentro. Ibargüengoitia escribió sobre un país en el que el autoritarismo era una situación dada y preexistente, para él y sus contemporáneos el autoritarismo del partido hegemónico era la normalidad institucional que existía desde hacía muchos años, y que de hecho perduró más allá de la muerte del escritor guanajuatense en 1983.

Las nuevas instrucciones para vivir en México no deben ser de remediación, sino de prevención. Es preciso prevenir el regreso de un autoritarismo que ya vivimos en el pasado y que Ibargüengoitia describía así: "Una sociedad en donde todas las iniciativas vienen de arriba, es, políticamente hablando, una sociedad infantil y, por consiguiente, altamente jerárquica. El que está en el poder, puede, y el que no lo está o no tiene amigos en el poder, no cuenta".

COLUMNAS ANTERIORES

Trump sigue gobernando
De toros y toreros

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.