POR Mark Gilbert
A nivel global, los últimos 5 años fueron en conjunto los más cálidos del mundo en toda la historia. Toda.
El mundo está perdiendo la carrera por limitar las emisiones de CO2. En 2017, la producción de gases que contribuyen al calentamiento tocó un récord, así como el costo del aseguramiento contra catástrofes naturales, que llegó a 350 mmdd. Pese a esto, un informe del Foro Económico Mundial sugiere que existe una reserva de capital subutilizada y disponible contra el cambio climático: los fondos soberanos de inversión.
Según Sovereign Wealth Fund Institute, más de 70 fondos nacionales controlan unos 8 billones de dólares en activos, y la mayor parte del dinero es generado por ingresos del petróleo y el gas. Islandia es la última nación que ha intentado establecer un fondo para los días difíciles; planea apartar 2.5 mil millones de dólares.
No obstante, datos compilados por ONU Medio Ambiente en diciembre estiman que en los últimos tres años, los fondos soberanos han invertido 11 mil mdd en firmas de energías renovables, proyectos verdes y deuda orientada al clima, lo que constituye menos de 0.2 por ciento de sus activos totales. Es patético.
A nivel global, la inversión en energías limpias ha superado los 300 mmdd anuales en los últimos cinco años, según cifras compiladas por Bloomberg New Energy Finance. En Europa, la inversión en tecnologías como energía eólica o proyectos solares se incrementó 27 por ciento el año pasado, a más de 74 mmdd.
El estudio de la ONU sugiere que los fondos soberanos se han cohibido de desarrollar portafolios más verdes por una reticencia a abandonar los ingresos del petróleo y el gas. El fondo soberano de inversión de Noruega –por 1 billón de dólares–, el más grande del mundo, ha encontrado resistencia desde que propuso deshacerse de todas sus acciones en petróleo y gas en 2017, bajo el argumento de que el país ya era vulnerable a la volatilidad en los precios del petróleo como el principal exportador de crudo de Europa occidental.
El estudio del Foro argumenta que los fondos soberanos están en una mejor posición que otros inversionistas potenciales para financiar proyectos de energías verdes. "Están mejor equipados para aprovechar las estrategias de inversión ambientales, sociales y de gobierno que sus contrapartes privadas, ya que pueden darse el lujo de esperar a ver los beneficios sociales y financieros de ese enfoque". También pueden aprovechar los horizontes temporales más extensos que los de los inversionistas privados, señala el informe.
No obstante, se arriesgan a llegar tarde a la fiesta. En noviembre, el presidente de Carlyle Group, David Rubenstain, dijo en conferencia en Ámsterdam que entre más inversiones se hagan para enfrentar el calentamiento, los retornos disponibles se impulsarán. En todo el mundo, las cantidades asignadas por las firmas de capital de riesgo y privadas a proyectos de energías limpias subió 127%, hasta 9.2 mmdd, calcula BNEF.
Aunque puede ser políticamente difícil para algunos países terminar su dependencia económica de los combustibles fósiles, el egoísmo ilustrado sugiere que los fondos soberanos de inversión deberían hacer más por apoyar las energías renovables. Esperemos que lo hagan, por el bien de todos.