Al inicio de este año, recibimos una llamada de un colaborador: "Estamos negociando la incorporación de sistemas de Inteligencia Artificial (IA) en varias de nuestras fábricas que podría resultar en la pérdida de cientos de miles de empleos. ¿Qué podemos hacer para garantizar a los empleados unas transición laboral exitosa en camino a la Cuarta Revolución Industrial?".
El fenómeno de automatización no es nuevo, pero la IA lo está acelerando. El mundo, y México, se enfrentará con mayor frecuencia a preguntas de este tipo. Son preguntas complejas ante retos que requieren cambios sistémicos, ya que las nuevas tecnologías están redefiniendo los esquemas de trabajo. El desplazamiento laboral no implica necesariamente la eliminación de trabajos, sino una transformación de las tareas y dinámicas laborales. La IA pretende eliminar tareas repetitivas, permitiéndonos dedicar más tiempo a actividades que requieren habilidades socioemocionales como el liderazgo o el pensamiento crítico. En México, se estima que 19 por ciento de los trabajos (9.8 millones) se verá impactado por la automatización en los próximos 20 años.
Además de transformar trabajos actuales, la IA está generando nuevos empleos. Un estudio de PwC establece que la IA creará más trabajos de los que eliminará, alcanzando más de 14 millones de empleos a nivel global. Muchos de estos trabajos son inimaginables. El Foro Económico Mundial comparte que el 65 por ciento de los niños y las niñas en primaria tendrán trabajos que no todavía no existen.
Queda claro que el futuro del trabajo implicará más colaboración entre humanos, máquinas y sistemas de IA. El MIT encontró que en la planta automotriz de BMW, los equipos de robots y humanos (cobotización), eran 85 por ciento más productivos que cualquier grupo trabajando por sí mismo. Sucede lo mismo en el sector salud, en donde la cobotización genera diagnósticos y tratamientos más efectivos.
Si bien se prevé que hacia 2030 la IA incrementará el PIB mundial por 14 por ciento y que México podría crecer 1 por ciento adicional por año en los próximos 10 años, se vuelve importante crear las regulaciones y mecanismos para lograr una transición a la Cuarta Revolución Industrial inclusiva y con beneficios compartidos, mitigando los riesgos del desplazamiento laboral y protegiendo los derechos humanos. Los gobiernos alrededor del mundo están creando estrategias nacionales de IA para preparar sus ciudadanos para el futuro del trabajo, impulsando el fortalecimiento de habilidades (upskilling) y el aprendizaje continuo (reskilling) y debatiendo posibles modelos y contratos sociales como el Ingreso Universal Básico y Servicios Universales Básicos. Finlandia y Singapur ya cuentan con una política de reeducación nacional.
En México se ha iniciado el debate sobre el futuro del trabajo desde el Senado, la Secretaría del Trabajo, iniciativas como el AI for Good Lab de C Minds y varios foros. El futuro del trabajo, más allá de ser una responsabilidad de gobierno, depende de todos los sectores. La resiliencia económica y social de nuestro país ante esta transformación global dependerá, en gran medida, de nuestra capacidad de transformar los debates y propuestas en un plan de acción del tamaño del reto.
Constanza Gómez Mont, Claudia May Del Pozo, Cristina Martínez Pinto y Analisa Ruiz