Competencia 2.0

No habrá regreso a la normalidad para los mercados

La pandemia profundizará al máximo el cambio tecnológico y será devastador para la población más pobre y menos calificada. Los pequeños comercios sufrirán mucho.

Después de esta crisis de salud, pasaremos a un nuevo 'normal' que todavía no conocemos. Este es un momento de ruptura histórica como pocos que ha visto la humanidad y lo que nos espera no lo conocemos en ningún ámbito, incluyendo la economía y los mercados.

Es un hecho que los gobiernos de todo el mundo están sufriendo para reaccionar de manera adecuada ante el reto de proteger la salud de la población, sobre todo de un sector vulnerable, y la economía de otros no menos frágiles. La decisión frente a esta tensión no es nada sencilla, en especial en países pobres o en desarrollo. No hay recetas mágicas, no hay libro de texto. Ni las mejores películas de ciencia ficción habían pintado así las cosas.

Los gobiernos nacionales están reaccionando de formas muy diferentes. Desde el extremo de algunos estados que no han hecho prácticamente nada, los esfuerzos medios de países como Suecia y Brasil, hasta países como China o Singapur, donde las restricciones de libertad y medidas más duras fueron inmediatas.

En esta coyuntura se está haciendo más evidente un elemento muy profundo del cambio social y económico: el retorno al gran poder del Estado y el nacionalismo. En todas las guerras y grandes crisis, el Estado necesariamente toma un papel protagónico. Es el único que puede organizar una respuesta ordenada y coherente, y la sociedad espera que actúe con fuerza.

En el ámbito de la salud, estamos viendo cómo los gobiernos están imponiendo medidas restrictivas de la libertad y otros derechos que nunca habíamos visto, ni en épocas de grandes guerras. Por el lado de la economía, gran parte de los países también están reaccionando de manera especialmente agresiva y con programas sin precedente.

Los nacionalismos se han visto por una parte reflejados en alegres manifestaciones de cánticos de resistencia y despliegue de banderas en los balcones. Por otra parte menos romántica, estamos viendo los nacionalismos en la economía al restringir la salida de material médico de los países, al reencauzar exportaciones de un país a otro más poderoso y la amenaza de restringir alimentos y medicinas al comercio internacional. Todo el intercambio se afecta, no solo por las reacciones esperadas de los agentes en los mercados, sino por exageradas acciones de los estados.

Hace unos días, este diario reportó que la Organización Mundial de Comercio prevé una reducción de 32 por ciento del comercio internacional para 2020. El problema más grande es que parecería que estas medidas no serán pasajeras, no veremos un regreso a las medidas globalizadoras ni al libre comercio que conocimos hasta hace unos meses. Tampoco veremos grandes instituciones internacionales enmendando el camino. Parece que esas instituciones se han desvanecido, se ha probado su falta de capacidad y reacción cuando llega el gran reto.

La crisis de salud ha servido para reforzar las ideas de seguridad nacional y controles de inversión extranjera y demás barreras al comercio. Podemos esperar que ahora y tras la tormenta, los gobiernos refuercen su capacidad reguladora de la economía y se incremente su legitimidad social para intervenir en los mercados. Las agencias promercado van a sufrir fuertes afrentas o simplemente serán dejadas de lado en los programas de gobierno si no luchan por su sobrevivencia.

Más allá de preguntas filosóficas sobre el futuro del Estado nación y libertades personales, hay un cambio brutal que me parece uno de los más importantes: la sacudida del mercado laboral. Una gran parte de la población se ha demostrado a sí misma y a sus empresas que no necesita oficinas para trabajar, que no necesita un jefe supervisándolos y que las máquinas pueden hacer mucho del trabajo manual. Se estima que 20 por ciento de la población económicamente activa en México puede trabajar remotamente y, ¿el resto?

La pandemia profundizará al máximo el cambio tecnológico y será devastador para la población más pobre y menos calificada. Los pequeños comercios sufrirán mucho. Sin reservas para más de 20 días de operación, se estima que más de un millón de comercios en México morirán como resultado de la crisis actual, de acuerdo con la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin).

Perdonen ustedes el tono negativo del comentario, pero además del impacto en salud, me parece que estamos por ver un golpe económico como nunca lo hemos visto. Especialmente en la mayoría de los países pobres y en desarrollo, el golpe económico matará a muchas más personas que el virus. Debemos pensar en nuevas oportunidades y acciones que nos permitan sobrevivir a esta segunda tragedia. No vamos a regresar a lo ya conocido y debemos hacernos a la idea de que habrá que enfrentar retos mucho más grandes que regresar a la oficina cuando sea que esto suceda.

COLUMNAS ANTERIORES

El enorme daño de las denuncias falsas
Roberto del Cueto y su legado para las instituciones

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.