“Lo que haces es importante,
pero por qué y cómo haces lo que haces,
es más importante”.
Tom Ziglar
En la columna del pasado 18 de agosto hablábamos de la medición del desempeño (para gestionarlo, evaluarlo y mejorarlo) y, si bien es evidente que es muy importante la obtención de resultados, estos no dependen solamente de las habilidades de cada uno, sino de la actitud y del esfuerzo que uno pone en su trabajo.
Tom Ziglar, orador y reconocido autor de desarrollo personal y profesional, propone la siguiente fórmula que me parece muy reveladora al considerar los siguientes factores que influyen en el desempeño:
Desempeño = Actitud x Esfuerzo x Capacidad
Se trata de una fórmula que enfatiza la importancia de la actitud, el esfuerzo y la capacidad en el desempeño de una persona. Es una fórmula más cualitativa que cuantitativa, sin embargo, refleja bien la importancia de estos tres factores, que son críticos para lograr el éxito en cualquier área de la vida.
1. Actitud. Es la disposición mental y emocional que influye en la forma en que una persona percibe, interpreta y responde a las situaciones y eventos de su vida.
La actitud es esencial en la vida de una persona, ya que influye en cómo se enfrenta a los desafíos, cómo supera obstáculos, cómo se relaciona con los demás, cómo se desempeña en el trabajo y cómo se siente consigo mismo. Cultivar una actitud positiva puede tener un impacto significativo en la calidad de vida y en el logro de metas tanto personales como profesionales. Una actitud positiva es fundamental y esencial para enfrentar desafíos y superar obstáculos. No cabe duda que una actitud positiva siempre es un plus.
2. Esfuerzo. El esfuerzo personal (y la dedicación) son esenciales y necesarios para el crecimiento personal, el logro de metas y objetivos, y en general, el éxito en la vida. Sin un esfuerzo constante y decidido es difícil lograr un alto rendimiento en cualquier tarea. Entre las virtudes que muchas veces hemos mencionado como necesarias para una buena ejecución se encuentran la fortaleza (esa capacidad de acometer y resistir) y la constancia (que es la insistencia en lograr el objetivo), ambas virtudes contienen al esfuerzo.
El esfuerzo además promueve el desarrollo de habilidades, la resiliencia, la responsabilidad y la satisfacción personal. Sin esfuerzo personal, las oportunidades de crecimiento y éxito se ven limitadas. Es un factor clave para llevar una vida significativa y productiva.
3. Capacidad. Las capacidades personales se refieren al conjunto de habilidades, competencias, destrezas, conocimientos y aptitudes que una persona posee y que le permiten funcionar de manera efectiva en diferentes áreas de su vida, ya sea personal, profesional o social. El desarrollo (mejoramiento) de habilidades es esencial para destacar en una profesión o actividad específica.
Estas capacidades son fundamentales para el desarrollo y el éxito en la vida. Contribuyen a la autoestima, la adaptabilidad, la resiliencia y la calidad de las relaciones interpersonales. Cultivar y mejorar estas capacidades es un proceso continuo que puede enriquecer la vida de una persona en múltiples aspectos.
La fórmula: Desempeño = Actitud x Esfuerzo x Capacidad
Se trata de una fórmula que sirve más como una herramienta conceptual que una fórmula matemática precisa. Si bien, proporciona una perspectiva simplificada de lo que se necesita para tener un buen desempeño, en la realidad, que es mucho más compleja, el desempeño de una persona también puede estar influenciado por otros factores como la motivación, la educación, las oportunidades, la perseverancia, la ética de trabajo y la experiencia personal, entre otros. Cada persona es única, y el desempeño es el resultado de una interacción compleja de múltiples factores.
Esta fórmula sugiere que estos tres factores interactúan entre sí y son igualmente importantes para lograr el éxito en cualquier área de la vida. Cada uno de estos elementos puede potenciar o limitar el desempeño, por lo que es fundamental trabajar en el desarrollo y equilibrio de los tres factores para alcanzar el máximo potencial.
El autor es profesor decano del área de Política de Empresa (Estrategia y Dirección) en el IPADE