Carlos Ruiz Gonzalez

La elusiva búsqueda de la felicidad

La felicidad no es un estado permanente, sino un proceso; una serie de momentos, y su búsqueda constante podría convertirse en un obstáculo en sí misma.

“La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días”

Benjamín Franklin

En las últimas dos columnas tratamos el tema de armonizar el trabajo y la felicidad, algo que a veces se ve como una meta muy difícil, casi imposible. También reflexionamos sobre cómo aplicar la planeación estratégica a la vida personal, pensando que, tal vez, planeando y ejecutando, es posible encontrar la felicidad. ¿Será que este es el propósito de la mayoría de las personas? Creo firmemente que sí, porque, en lo más profundo, todos buscamos una vida plena, significativa y satisfactoria.

La felicidad se percibe como el estado ideal en el que nuestras necesidades emocionales, psicológicas y espirituales están en equilibrio. En muchos sentidos, su búsqueda está relacionada con la naturaleza humana: es un reflejo de nuestro deseo de bienestar, de sentirnos valorados, amados y en paz con nosotros mismos y con el entorno.

Sin embargo, encontrar la felicidad resulta difícil por varias razones. Primero, porque solemos confundirla con metas externas o materiales: alcanzar el éxito profesional, obtener riqueza o cumplir ciertos estándares sociales. Pero estas cosas, aunque puedan proporcionar una satisfacción temporal, no garantizan una felicidad duradera. Además, vivimos en una sociedad donde el estrés, las expectativas y las comparaciones constantes con los demás nos alejan de nuestra propia esencia, lo que nos dificulta conectar con lo que realmente nos hace felices.

Otro desafío es que muchas personas ven la felicidad como un destino, un estado final que se alcanzará cuando se cumplan ciertas condiciones. Esta visión fija puede generar frustración, ya que la vida es impredecible y está llena de cambios. La felicidad no es un estado permanente, sino un proceso; una serie de momentos, y su búsqueda constante podría convertirse en un obstáculo en sí misma.

Para lograr la felicidad, en lugar de buscarla como un objetivo final, es importante entender que es más bien un recorrido. Estos son algunos pasos que pueden ayudar en este camino:

1. Autoconocimiento: conocer quiénes somos y cuáles son nuestros valores, nuestros deseos y nuestras necesidades reales nos ayuda a tomar decisiones alineadas con nuestra esencia. Cuanto más entendemos lo que nos mueve internamente, más fácil es encontrar satisfacción en el día a día.

2. Vivir en el presente: la felicidad reside en gran parte en el presente, en disfrutar los pequeños momentos. En lugar de enfocarnos en lo que nos falta o en lo que ‘deberíamos’ lograr, practicar la gratitud por lo que tenemos y el mindfulness puede aumentar nuestra sensación de bienestar.

3. Aceptar la imperfección: la vida está llena de altibajos y es imposible ser feliz todo el tiempo. Aceptar nuestras emociones negativas y aprender a gestionarlas es clave para una vida equilibrada.

4. Construir relaciones significativas: la conexión con los demás es una de las mayores fuentes de felicidad, como lo ha demostrado el Estudio sobre desarrollo adulto, de Harvard¹. Mantener relaciones profundas, basadas en el apoyo mutuo, el respeto y el amor, nos da un sentido de pertenencia y propósito.

5. Crecimiento personal: la felicidad también proviene del progreso, de sentir que estamos avanzando en la vida. Aprender cosas nuevas, superar desafíos y trabajar en nuestras metas personales nos da una sensación de logro y satisfacción.

En resumen, la felicidad no es un lugar al que llegar, sino una forma de vivir. Es un camino que se construye cada día, aceptando la imperfección de la vida, valorando el presente y cultivando relaciones y experiencias que nos conecten con nosotros mismos y con los demás. Entender esto nos permite dejar de perseguir la felicidad como un ideal inalcanzable y empezar a vivir de una manera más plena y auténtica.

¹ Durante 86 años, la Universidad de Harvard ha realizado el estudio científico más longevo de la historia sobre la felicidad. El llamado Estudio sobre desarrollo adulto comenzó en 1938 con cerca de 700 adolescentes. Algunos eran estudiantes de Harvard, otros vivían en los barrios más pobres de Boston. La investigación los acompañó a lo largo de sus vidas, monitoreando periódicamente sus alegrías y dificultades, su estado físico, mental y emocional. Y ahora también incluye a las parejas y descendientes de los participantes originales. El descubrimiento más grande es que las personas que tenían relaciones más cálidas eran más felices, no necesariamente las de ingresos más elevados. Adicionalmente, se mantuvieron físicamente más saludables a medida que envejecían. Se puede consultar en: Harvard Study of Adult Development, The Harvard Gazette, 11 de abril de 2017.

COLUMNAS ANTERIORES

El Paso de la Muerte: una analogía útil e interesante
La conquista de la madurez

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.