Con motivo del reciente fallecimiento de Clay Christensen, se ha vuelto a mencionar uno de sus libros más emblemáticos El ADN del Innovador1 (de hecho, lo mencionamos en esta columna hace unas cuantas semanas).
En el libro, Christensen y sus dos coautores estudiaron las características y comportamientos de personajes innovadores representativos que han impactado a la sociedad con sus productos y servicios, como Bezos de Amazon, Page y Brin de Google, Jobs de Apple y Pixar, Gates de Microsoft, entre otros.
En esta búsqueda encontraron cinco características comunes que denominaron como habilidades y que, para ellos, constituyen el ADN del innovador:
1. Questioning (Interrogar, cuestionarse)
2. Observing (Observar)
3. Networking (Crear redes, trabajar en red, conectarse)
4. Experimenting (Experimentar)
5. Associating (Tener pensamiento asociativo)
Y se acomodan como se ve en el siguiente esquema:
Christensen los agrupa en tres fases o etapas:
a) Coraje para innovar. Tiene que ver con el inicio del proceso de innovar, en el que se incluye desafiar el status quo (lo establecido) y tener valor y audacia para atreverse a ser diferente.
b) Las primeras cuatro habilidades conductuales (interrogar, observar, crear redes y experimentar) hay que practicarlas continuamente, hasta rítmicamente, buscando y logrando que se transformen en una "segunda naturaleza".
c) Finalmente, la habilidad de sintetizar nuevos conocimientos se refiere al pensamiento asociativo; es unir ideas aparentemente desasociadas para "parir" la idea de negocio innovador.
Es importante tener esa actitud (pensar diferente) para generar ideas que nutran la creatividad, elemento imprescindible para que se dé la innovación, para lo cual Christensen define las cinco habilidades conductuales:
1) Cuestionar. Ser muy inquisitivos y considerar nuevas posibilidades, diferentes maneras de hacerlo, presentarlo o empaquetarlo.
2) Observar. Mirar pequeños detalles que sugieran cambios en los modelos de negocios en el comportamiento de los consumidores, de los proveedores y en las empresas. Observar, sobre todo, cómo satisfacen las personas sus necesidades reales; qué les molesta y qué no les gusta al hacerlo.
3) Experimentar. Explorar nuevas experiencias, en términos de prueba y error, aprender de los errores y avanzar.
4) Networking. Establecer contactos con profesionales de diferentes áreas e industrias, con diversas experiencias y también edades, para considerar seriamente otras perspectivas.
5) Pensar asociativamente. Como afirmaba gráficamente Steve Jobs, hay que conectar los puntos (connecting the dots); es decir, aplicar los cuatro patrones de acción anteriores para dar forma a nuevas apreciaciones. En las palabras del propio Jobs: "Creatividad es conectar cosas…, las personas creativas conectan experiencias que tuvieron y las sintetizan en cosas (e ideas) nuevas".
Finalmente, recordemos, como atinadamente señala Ed Catmull, fundador y CEO de Pixar: "Innovación es la creación de algo novedoso y útil a la vez; puede ser grande o pequeño, incremental o disruptivo; un nuevo producto, servicio, proceso, modelo de negocio, una forma novedosa de organizar, cualquier nueva forma de resolver un problema".
Es decir, la innovación no solo es en los productos, puede ser en servicios, en procesos y, sobre todo, en modelos de negocio.
1 El ADN del innovador: claves para dominar las cinco habilidades que necesitan los innovadores [Clayton M. Christensen, Jeff Dyer, Hal Gregersen], Ediciones Deusto, junio, 2012, País Vasco, España. ISBN-13: 978-8423412433. En inglés: "The Innovator's DNA: Mastering the Five Skills of Disruptive Innovators", por Clay Christensen, Harvard Business Review Press; 1 edition (july 19, 2011), Boston, EUA, ISBN-13: 978-1422134818.