Carlos Serrano Herrera

La demanda interna no reacciona, permanece débil

El autor considera que es fundamental adoptar políticas que hagan frente a este problema.

La economía de Estados Unidos está comenzando un fuerte ciclo expansivo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ajustó esta semana su pronóstico de crecimiento para este país a 6.4 por ciento para 2021 y hay analistas privados que pronostican tasas incluso mayores. La acelerada y eficiente campaña de vacunación contribuirá a una normalización de las actividades de la población hacia el verano. Pero una -muy acertada en mi opinión- combinación de políticas resultará en un periodo de varios años en el que veremos un vigoroso crecimiento económico en el vecino del norte. La política expansiva de la Reserva Federal, aunada a un estímulo fiscal sin precedentes, contribuirán a reactivar la demanda agregada. En adición, el plan de infraestructura −en caso de ser aprobado− del presidente Joe Biden aumentará la tasa de crecimiento potencial. Es positivo también que se abandone la falsa premisa en la que se basó la política económica de la administración Trump, que sostenía que bajar las tasas impositivas a los más ricos y a las empresas de alguna forma permearía a toda la población, Esto no ocurrió, las oleadas de inversión que se anticiparon cuando se redujo la tasa de Impuesto sobre la Renta corporativa no aparecieron. La evidencia empírica muestra que por encima de los regímenes fiscales, los factores clave para incentivar la inversión son la certidumbre en las políticas y las expectativas de crecimiento económico.

¿Un largo periodo de crecimiento económico beneficiará a la economía de México? No hay duda de que potenciará al sector exportador de la economía. Pero las persistentes debilidades en la demanda interna significarán que incluso con el mayor dinamismo del sector externo, el país apenas recupere los niveles de crecimiento −bajos e insuficientes− que tenía en 2018. Y la referencia se hace a 2018 porque hay que recordar que en 2019 la economía se contrajo. En BBVA México estimamos que el país crecerá 4.7 por ciento en 2021; la estimación del FMI es de 5.0 por ciento. Ambos pronósticos, al igual que el de la mayoría de los analistas, fueron revisados recientemente al alza, reflejando las mejores expectativas para la economía estadounidense. Pero hay que recalcar que estos crecimientos todavía implican una recuperación incompleta: si la economía crece 5.0 por ciento, todavía estará 4.0 por ciento por debajo de su nivel prepandemia. Es una situación muy distinta a la de Estados Unidos que, de cumplirse el pronóstico del FMI, su economía excederá en casi 3.0 por ciento al tamaño que tenía antes de la crisis y será incluso mayor al nivel que hubiese exhibido de haber seguido creciendo al mismo ritmo en que lo hacía antes de ésta.

¿En dónde radican las debilidades internas? Tanto en la inversión como en el consumo. La inversión a diciembre del año pasado fue 23.5 por ciento menor a la de julio de 2018, mes en el que empezó un proceso sostenido de contracción. Es decir, la inversión ya caía antes de que llegara la pandemia, por lo que la eventual solución a la crisis sanitaria no revertirá por sí sola la citada tendencia. Esto es motivo de suma preocupación. Las señales de incertidumbre han contribuido a ello.

Por su parte, la debilidad en el consumo obedece a factores más estructurales que me parece que se explican por los bajos niveles salariales que prevalecen hace décadas, a su vez resultado de la baja productividad de la economía nacional, del alto nivel de informalidad y de los bajos rangos de competencia en algunos sectores.

Es fundamental adoptar políticas que hagan frente a estos problemas. Para ello hay que fomentar mayor competencia, reducir las señales de incertidumbre y fortalecer el Estado de derecho. De lo contrario no solamente el país tendrá crecimientos mediocres, sino que la desigualdad aumentará. Sobre todo, aquella entre los sectores exportadores que se abrieron a la competencia y aquellos que se quedaron fuera del proceso. Si no se actúa, la brecha entre los dos Méxicos será más grande.

El autor es economista en jefe de BBVA México.

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