El pasado 24 de junio, la Junta de Gobierno del Banco de México decidió, con tres votos a favor y dos en contra, aumentar la tasa de política monetaria en 25 puntos base. Coincido más con el voto y los argumentos de los dos miembros que se opusieron al alza: Galia Borja y Gerardo Esquivel. Me parece que el cambio en la política monetaria fue un error en dos sentidos: por una parte, de comunicación y transparencia, y por otra, de conocimiento de los alcances de la política monetaria.
Hace dos décadas, los principales bancos centrales del mundo y la mayoría de académicos expertos en el tema llegaron a la conclusión de que una política monetaria más transparente es también una política monetaria más efectiva. Si el Banco Central logra, a través de su estrategia de comunicación, cierto grado de predictibilidad en los mercados, podrá mover más fácilmente las tasas de interés en la dirección deseada fortaleciendo así el canal de transmisión de la política monetaria y reduciendo la volatilidad en los mercados financieros. Así, pasamos de los días del presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, que presumía de “balbucear con gran incoherencia” a la actualidad en que los principales bancos centrales del mundo explican sus acciones, comunican la trayectoria que seguirá la política monetaria y explican sus decisiones en informes de inflación y minutas de sus decisiones.
Me parece que los miembros de la Junta de Gobierno que votaron por aumentar la tasa de política monetaria mostraron un desdén por la comunicación y la transparencia. Tan solo tres semanas antes de la citada decisión, la institución presentó su informe trimestral de inflación. En éste, calificaron a los aumentos en inflación como temporales y como resultado de efectos comparativos y cambios en precios relativos (valoración con la que coincido).
En gran medida debido al tono de este informe, ni un solo analista de los que participamos en las encuestas pronosticó un aumento en la reunión de junio. Creo que esto, considerando que los analistas tienen puntos de vista diversos y trabajan en diferentes instituciones y países, habla de la mala comunicación del Banco Central. El mercado ha entendido que el informe trimestral de inflación no tiene valor alguno como instrumento de comunicación.
Por otra parte, el segundo punto por el que me parece que se cometió un error es en lo referente a los alcances de la política monetaria. Como mencioné, el propio Banco de México reconoce que los aumentos en la inflación observados este año son resultado de cambios en precios relativos y efectos base. La política monetaria no es efectiva ante este tipo de incrementos en los precios. Me parece que Agustín Carstens -quien fue un magnífico banquero central y como tal fue reconocido para dirigir el Banco de Pagos Internacionales, el banco central de los bancos centrales- concuerda con esta visión, lo cual quedó claro cuando mencionó en una entrevista que “no es una buena idea forzar a la baja los precios de todos los bienes y servicios para compensar aumentos en los precios que responden a factores que no son monetarios”. En efecto, si los precios no aumentan por factores monetarios y no hay presiones de demanda agregada, hay poco que la política monetaria pueda hacer. En este sentido, llaman la atención las declaraciones de un miembro de la Junta de Gobierno que menciona en las minutas que la postura monetaria debe ser distinta ahora que la economía crece al 6.0 por ciento. Cierto, pero hay que considerar que venimos de una caída de 8.5 por ciento. Esto significa que aun creciendo al 6.0 por ciento, el PIB todavía estará 3.0 por ciento por debajo de su nivel prepandemia y 7.0 por ciento por debajo de la tendencia con la que venía creciendo en los últimos años. Es decir, es una economía con niveles importantes de holgura. Después de una caída tan profunda, hay que evitar caer en el error de pensar en tasas de crecimiento y no en niveles.
Hay que señalar que no todos los miembros de la Junta de Gobierno cometieron estos errores. En particular Gerardo Esquivel menciona que la decisión, además de que tendrá poca efectividad en bajar la inflación, manda una señal de un comportamiento errático y poco predecible de Banxico. Coincido. Citando nuevamente a Carstens: “el banco central de Estados Unidos está haciendo lo prudente para evitar que el ajuste en las tasas vaya a ser abrupto, al ser muy transparente en sus intenciones y ‘telegrafiar’ cuáles serán sus acciones y bajo qué circunstancias en un momento dado podría considerar un alza de las tasas de interés”. Todo lo contrario a Banxico.
El autor es economista en jefe de BBVA México.