Economista en Jefe de BBVA México
Esta semana será de gran interés para los mercados financieros globales. A partir de hoy comienza la reunión anual de Jackson Hole −organizada por la Reserva Federal de Kansas City− que reúne a autoridades financieras y monetarias del mundo. Todas las miradas estarán puestas en el discurso de Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal (la Fed), el día viernes, pues se espera alguna señal acerca de cuál será la estrategia para comenzar a retirar los estímulos monetarios implementados como respuesta a la crisis originada por la pandemia.
Cuando, hacia fines de marzo de 2020, quedó claro que la epidemia de Covid iba a tener un impacto global, los mercados financieros se paralizaron. Durante algunas semanas los inversionistas querían contar con la mayor liquidez posible para enfrentar la crisis, a tal grado que resultó en el colapso del mercado más líquido del mundo, el de los bonos del Tesoro estadounidense. Era imposible para las empresas, incluso para las que contaban con mejor calificación crediticia, emitir deuda. Se trató de un episodio muy grave de aversión al riesgo y de iliquidez generalizada que resultó en la caída de mercados de valores y en depreciaciones de la mayoría de monedas frente al dólar que pudo incluso haber resultado en un colapso de los mercados crediticios. Esto no ocurrió gracias a las medidas decisivas de los bancos centrales de los países desarrollados, en particular de la Fed que no solamente redujo la tasa de política monetaria a cero, sino que además comenzó a inyectar liquidez a los mercados mediante la compra de bonos, tanto del Tesoro como hipotecarios. Asimismo, esta expansión monetaria, en conjunto con estímulos fiscales de gran calado resultó en una rápida recuperación de la economía de los Estados Unidos. Después de haber caído 3.5 por ciento en 2020, el PIB de ese país ya recuperó el nivel que tenía antes de la pandemia y está en camino a crecer 6.5 por ciento este año. En 2022 la economía estadounidense tendrá un nivel superior al que hubiese tenido en caso de seguir creciendo al ritmo que lo hacía antes de la crisis sanitaria. Pocos países en el mundo lo lograrán. El mercado laboral también se ha fortalecido: después de haber alcanzado 14.8 por ciento en abril del año pasado, la tasa de desempleo bajó a 5.4 por ciento en julio. Igualmente, los mercados de valores se han recuperado, con los principales índices bursátiles alcanzando niveles históricamente altos.
En adición, los prospectos de mediano plazo para la economía estadounidense lucen prometedores. El que se haya podido recuperar el nivel de PIB con un número significativamente menor de trabajadores sugiere un aumento importante en la productividad, quizá originado por el mayor uso de tecnologías digitales y de teletrabajo.
Este contexto, aunado a niveles elevados de inflación (si bien transitorios de acuerdo con la Fed y el mercado) ha dado origen a la discusión de cuándo se deben comenzar a retirar los apoyos monetarios. Me parece que en la situación actual de muy elevada liquidez en los mercados de renta fija y de un mercado de vivienda en el que los precios están rompiendo récords es difícil justificar que la Fed siga comprando bonos, en especial los hipotecarios. El programa de adquisición de activos fue correcto para combatir la crisis y resolver el problema de iliquidez, pero prolongarlo aumentaría el riesgo de que se generen burbujas financieras.
Por ello, es muy factible que mañana Powell mande la señal de que el proceso de reducción en la compra de activos (tapering, como se conoce en inglés) comience a finales de este año. La Fed debería transmitir que será un proceso gradual y que no está relacionado con la eventual alza de tasas de política monetaria para evitar reacciones violentas en los mercados financieros, como las observadas en 2013 cuando anunciaron de forma intempestiva la disminución en la compra de activos entonces implementada como respuesta a la crisis financiera global de 2008. En cualquier caso, es muy factible que observemos una volatilidad temporal en las monedas de mercados emergentes, incluido el peso.