Carlos Serrano Herrera

Ciclo de subidas de la Fed: Banxico no debe sobrerreaccionar

Seguir a la Fed implicaría llevar la tasa del Banxico a niveles de 8.5 o 9.0 por ciento, lo cual sería un importante viento en contra para la ya débil actividad económica.

La semana pasada, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) subió la tasa de política monetaria por primera vez desde 2018 de un rango de 0.00 a 0.25 por ciento hasta uno de 0.25 a 0.50 por ciento. Este apretamiento de la política monetaria se da en respuesta a los elevados niveles de inflación que se observan en Estados Unidos; al cierre de febrero la inflación fue de 7.9 por ciento anual, la más alta en los últimos 40 años. Además, la economía de Estados Unidos crece por encima de su potencial y tiene un mercado laboral muy apretado.

Ahora bien, desde que inició la invasión rusa a Ucrania la conducción de la política monetaria se ha complicado a nivel global. Esto porque el conflicto traerá mayor inflación a la anticipada impulsada por mayores precios de los energéticos, de productos agropecuarios y de mercancías en general, ya que el conflicto agrava los cuellos de botella existentes en las cadenas de suministro globales.

La mayor inflación debería llevar a tasas de política monetaria todavía más altas a las anticipadas previo a la invasión. Sin embargo, el conflicto también está resultando en reducciones en los niveles de comercio internacional, lo cual afectará el crecimiento de casi todas las economías y conducirá a mayores niveles de volatilidad financiera. Estos dos últimos factores llaman a la prudencia al momento de endurecer la política monetaria.

Al respecto, debe reconocerse que una parte de la elevada inflación que hoy enfrenta Estados Unidos se debe a un crecimiento de la demanda agregada, resultado de las políticas fiscales y monetarias altamente expansionistas de los últimos dos años; asimismo, otra parte del proceso inflacionario se debe a choques externos de oferta, en particular los ya mencionados derivados de la invasión a Ucrania y ante los cuales la política monetaria es ineficiente. Todo lo anterior transmite lo complejo que resulta la conducción de política monetaria en esta coyuntura.

Creo que Estados Unidos debe seguir apretando las condiciones monetarias y que tiene margen para ello sin que esto conduzca necesariamente a una recesión. De hecho, la Fed ya comenzó este proceso incluso antes de la subida de la semana pasada mediante su estrategia de comunicación: a medida que se daba a conocer que se retirarían los estímulos monetarios vigentes, los mercados fueron incorporando esa posibilidad y reflejándola en aumentos en las tasas tanto de corto como de largo plazo. En BBVA Research pensamos que la Fed subirá seis veces más este año, cada una de 25 puntos básicos y cuatro más en 2023. Esto llevaría la tasa de política monetaria a un nivel de 3.0 por ciento el año próximo, lo cual significaría una tasa ligeramente restrictiva (se considera que en Estados Unidos la tasa neutral, es decir, aquella que no es no acomodaticia ni restrictiva es de alrededor de 2.5 por ciento).

En nuestro país, hay quien sostiene que el Banco de México debería seguir a la Fed durante este ciclo de subidas. El argumento es que si no se mantiene el diferencial de tasas con Estados Unidos se podrían observar salidas de capitales y una depreciación del peso. Reconociendo la necesidad de aumentar las tasas, creo que no necesariamente se tendría que preservar el diferencial. Primero porque la situación de Estados Unidos es muy distinta a la de México: mientras allá la recuperación ha sido muy potente, en México ha sido débil y el PIB se encuentra 11.5 por ciento por debajo de su nivel de tendencia prepandemia y el mercado laboral de nuestro país todavía muestra niveles elevados de holgura. Segundo, porque México ya cuenta hoy con una tasa restrictiva (en BBVA estimamos que la tasa neutral oscila alrededor de 5.5 por ciento). En estas condiciones, seguir a la Fed implicaría llevarla a niveles de 8.5 o 9.0 por ciento, lo cual significaría un importante viento en contra a la ya débil actividad económica. En tercer lugar, porque Banxico empezó a apretar la política monetaria antes que la Fed (en junio pasado) llevando el diferencial de tasas entre ambos países a niveles muy altos si se compara con los observados desde que el Banco Central obtuvo su autonomía. Hay que combatir la elevada inflación, pero sin sobrerreaccionar a eventos externos. Son tiempos extraordinariamente complicados para quienes conducen la política monetaria.

El autor es economista en jefe de BBVA México.

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