Carlos Serrano Herrera

Sistema bancario mexicano sólido ante turbulencia financiera global

Un ataque de pánico puede causar corridas bancarias aun en instituciones sólidas y bien conducidas, por lo que ante el mayor nerviosismo convendrá estar particularmente alertas.

El viernes pasado, el anuncio de la intervención de Silicon Valley Bank (SVB) por parte de las autoridades estadounidenses, tras una importante salida de depósitos provocó un preocupante entorno de aversión al riesgo en los mercados financieros globales, a tal grado que el rendimiento del bono de dos años del gobierno estadounidense cayó ese día más de medio punto, algo no visto en los últimos 40 años.

Inmediatamente surgieron las interrogantes acerca de si se trataba del inicio de un problema generalizado para el sistema bancario de Estados Unidos o si estamos ante un caso aislado. Con la información disponible me inclino a pensar que se trata de lo segundo. Los factores que llevaron a SVB a esta situación son idiosincráticos y no parecen estar presentes en la mayoría de los bancos en Estados Unidos.

En primer lugar, el banco experimentó un crecimiento de los depósitos muy por encima de la media del sistema y que se debió a que su base de depositantes se concentraba en empresas tecnológicas (startups) que se beneficiaron de la abundante liquidez resultante de la reducción a cero de las tasas de interés de la Reserva Federal (la Fed) y que como consecuencia recibieron una gran cantidad de fondos en 2020 y 2021. Este crecimiento en los depósitos fue muy superior a la demanda de crédito enfrentada por SVB, por lo que la institución colocó este exceso de depósitos en bonos de largo plazo, tanto gubernamentales como respaldados por hipotecas, lo que la dejó expuesta a un muy alto riesgo de tasas de interés.

En efecto, el rápido aumento en las tasas de interés originado por una política monetaria más restrictiva por parte de la Fed provocó una abrupta disminución en el valor de estos bonos. Desde luego que otros bancos también tienen bonos en su balance que han perdido valor ante la subida en las tasas, sin embargo, en el caso de SVB la tenencia de estos instrumentos era mayúscula: constituía 60 por ciento de sus activos, cifra muy superior a la observada en el sistema. La segunda particularidad de este banco, también relacionada con el mercado de startups que atendía, era el muy alto porcentaje de depósitos no cubiertos por el seguro de depósitos (96 por ciento de sus depósitos no eran retail) lo que dio lugar al pánico entre sus depositantes y ocasionó la corrida.

Como se ve, no hay elementos para pensar que lo ocurrido con SVB, y con el banco Signature (el cripto-banco más grande de Estados Unidos) intervenido el fin de semana, constituyan eventos sistémicos. Igualmente, los problemas que llevaron a la intervención del SVB no caracterizan al sistema bancario mexicano: la tenencia de bonos que pueden ser sujetos a riesgo de tasa de interés es sustancialmente menor; existen reglas claras para aquellos instrumentos que se clasifican como conservados a vencimiento y que, por lo tanto, no deben valuarse a valor de mercado; además de que la absoluta mayoría de los depósitos es estable y está protegida por el seguro de depósitos del IPAB. Finalmente, conviene recordar que el nivel de capitalización de la banca mexicana se encuentra significativamente por encima de los mínimos regulatorios.

En cualquier caso, sabemos que un ataque de pánico puede causar corridas bancarias aun en instituciones sólidas y bien conducidas, por lo que ante el mayor nerviosismo convendrá estar particularmente alertas. Por lo pronto, la Fed anunció algunas medidas para minimizar la probabilidad de que un escenario así ocurra, entre las que destaca una línea de liquidez que tomará como garantía bonos a su valor nominal.

Ahora bien, lo sucedido en SVB también debe entenderse como una falla del supervisor, a lo que se suma la relajación en 2018 de la regulación para los bancos no considerados sistémicos, como era el caso de SVB.

Una lección que se desprende de este episodio es que la regulación diferenciada es una mala idea. Afirmar que bancos de menor tamaño deben tener requisitos regulatorios más laxos equivale a decir que se debe dar menor protección a depositantes de bancos más pequeños, que se trata de depositantes de segunda. Se puede, como se hace ya, exigir más capital a un banco sistémico por considerar que por tener tal carácter pudiera, de emproblemarse, ocasionar complicaciones para el resto del sistema. Pero más allá de esto, hay que tener claro que las mismas actividades deben estar sujetas al mismo marco de regulación prudencial.

El autor es economista en jefe de BBVA México.

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