Todo indica que el crecimiento económico del país en la primera mitad de este año será bueno y mayor a lo esperado. El incremento del primer trimestre del año con respecto al inmediato anterior fue de 1.0 por ciento, lo que implica un ritmo de crecimiento mayor al 4.0 por ciento en tasas anualizadas. Más aún, en abril el IGAE –un proxy del PIB mensual– creció a una tasa mensual de 0.8 por ciento. Y el indicador de consumo de BBVA muestra que este continuó creciendo a tasas elevadas todo el segundo trimestre.
¿Qué explica este buen desempeño de la economía en lo que va del año? Creo que en primer lugar se debe a la fortaleza del consumo que a su vez obedece a la fortaleza del mercado laboral. Hoy la tasa de desempleo se ubica en 2.8 por ciento, nivel históricamente bajo y menor al 3.6 por ciento previo a la pandemia. Esta menor tasa de desempleo es resultado de la mayor actividad manufacturera y de un mayor aumento de la migración de mexicanos hacia Estados Unidos, fenómeno que responde a que en ese país también hay un mercado laboral muy apretado. No solamente hay más empleos en México, sino que estos son mejor remunerados: el salario real promedio ha aumentado en alrededor de 6.0 por ciento desde enero del año pasado en parte debido a los aumentos en el salario mínimo y en parte por las presiones salariales que resultan de la menor tasa de desempleo. Me parece, por cierto, que los aumentos al salario mínimo han sido acertados ya que en nuestro país este instrumento, que es útil para resolver fallas de mercado en los mercados laborales, se había rezagado de forma muy significativa en las últimas décadas. De hecho, a pesar de los aumentos en años recientes, el salario mínimo real en México está 43 por ciento por debajo del que prevalecía en 1976. Los aumentos al salario real promedio antes mencionados, en conjunto con la menor tasa de desempleo, han resultado en que la masa salarial real haya aumentado en alrededor de 12 por ciento de enero de 2022 a la fecha. Esto fortalece el mercado interno y explica el buen dinamismo del consumo.
Otro factor que explica el buen desempeño económico este año es el buen ritmo de la manufactura, que obedece a la sorprendente resiliencia de la economía de Estados Unidos a pesar de estar expuesta al ciclo de apretamiento monetario más pronunciado en los últimos 40 años. Destaca en particular el caso de la industria automotriz mexicana, que depende crucialmente de la demanda de Estados Unidos, y cuya producción está 13 por ciento por encima del nivel que tenía en enero de 2022.
¿Qué podemos esperar para el crecimiento de la economía durante el resto del año? La respuesta depende fundamentalmente de lo que ocurra con la economía de Estados Unidos. Es muy factible que después del aumento de tasas de política monetaria, la economía estadounidense entre en recesión. La Fed las ha llevado de cero por ciento a más de 5.0 por ciento en poco más de un año, y estimo que falta una subida más. En la historia reciente de ese país, siempre que se han dado aumentos en las tasas de interés para combatir inflaciones por encima del 4.0 por ciento, la economía ha terminado en una recesión. Si esto ocurre, sería en la segunda mitad de este año y con ello la economía mexicana sufriría los efectos a través de menores exportaciones y un menor crecimiento para el resto de 2023. En ese escenario, en BBVA estimamos que el crecimiento de este año sería de 2.4 por ciento. Pero si la economía de Estados Unidos logra evitar la recesión, la economía mexicana bien podría crecer al 3.0 por ciento o más.
El autor es economista en jefe de BBVA México.