Carlos Serrano Herrera

¿Cómo enfrentar la turbulencia económica global?

El esparcimiento del coronavirus y la guerra de precios de petróleo iniciada por Arabia Saudita, han resultado en episodios de turbulencia significativa en los mercados financieros globales impulsados por un sentimiento de aversión al riesgo.

El autor es Economista en Jefe de BBVA México

El mundo enfrenta dos choques económicos significativos. El esparcimiento del coronavirus ha significado disrupciones importantes tanto de demanda como de oferta. Es imposible determinar qué tanto se afectará la economía global, pero no hay duda de que el impacto será significativo. Encima de este problema vino la guerra de precios de petróleo iniciada por Arabia Saudita que ha resultado en una caída en los precios internacionales del petróleo de alrededor de 20 por ciento, mientras que la mezcla mexicana ha disminuido en 27 por ciento. Estos dos choques, como sabemos, han resultado en episodios de turbulencia significativa en los mercados financieros globales impulsados por un sentimiento de aversión al riesgo entre los inversionistas. México, como era de esperarse, no ha escapado a esta situación. El peso se ha depreciado más de 10 por ciento, el costo de la deuda ha aumentado y los mercados de valores han caído.

¿Cuál puede ser el impacto de esta situación en la economía del país? El virus hasta ahora ha estado contenido, pero, a juzgar por la evaluación que ha mostrado en otros países, no podemos descartar que la epidemia se expanda de forma más significativa. Eso tendría una presión importante sobre los sistemas de salud. Por su parte, la caída en los precios del petróleo puede causar deterioros significativos en Pemex y, por tanto, en las finanzas públicas. La economía del país ya no se ve afectada de forma negativa ante disminuciones en los precios del petróleo dado que la balanza comercial petrolera ahora es deficitaria. Las finanzas públicas tampoco se deterioran directamente como en el pasado; primero, porque ahora dependen mucho menos de los ingresos petroleros; y segundo, porque hay mecanismos que contrarrestan una disminución en los mismos. En particular, si se decide no disminuir los precios de las gasolinas —como creo que debe ocurrir—, los ingresos por concepto de gasolinas (el IEPS) aumentarán. Además, el gobierno anunció que ha contratado coberturas a precios de 49 dólares el barril. El problema a mi juicio radica en Pemex. La disminución en los precios del petróleo va a resultar en pérdidas todavía mayores y eso representará una mayor contingencia para las finanzas públicas.

¿Cómo se deben afrontar estas contingencias? Doy algunas ideas a bote pronto. Primero, el gobierno debe estar preparado en caso de que el virus se expanda de forma más agresiva. Se trataría de una emergencia de salud y como tal se debe afrontar, se deben fortalecer los sistemas de salud. Esto aun si significa abandonar los objetivos de déficit y aumentar la deuda como porcentaje del PIB. En estas ocasiones es que se debe tener una política fiscal contracíclica. Creo que los mercados no castigarían una acción así, siempre y cuando se acompañe de políticas creíbles de ajuste fiscal para cuando haya concluido la contingencia.

En particular debería de acompañarse por el anuncio de una reforma fiscal que vaya a aumentar de forma importante la recaudación y la formación de un consejo fiscal independiente. Segundo, hay que hacer cirugía mayor en Pemex. Los diferenciales entre el costo de emitir deuda entre Pemex y el gobierno federal subieron a más de cinco puntos porcentuales. En estas condiciones, Pemex no debe emitir deuda. Lo que debe de hacer el gobierno es inyectarle recursos a la compañía. Se debe de hacer un ejercicio de reducción de gastos, se deben de abrir cuanto antes los mecanismos de inversión privada (los llamados farmouts) que quizá ahora resulten menos atractivos a estos precios, pero la señal sería positiva y permitirá atacar el problema estructural de la empresa. Y me parece que se debe de posponer o cancelar la construcción de la refinería de Dos Bocas. Financieramente no hace sentido, y, como dije, los mercados digieren un mayor déficit si el objetivo es apuntalar los servicios de salud, pero no si se destinan a construir una refinería.

Tercero, hay que reconocer que la política monetaria es ineficiente para combatir este tipo de choques: ante la contracción de la oferta es inefectiva y también ante la demanda si el problema subyacente es el miedo; las personas no van a viajar más porque la tasa sea menor si lo que tienen es miedo a ser infectados. Yo creo que se debe de seguir relajando la política monetaria porque ya era restrictiva, pero no se debe pedir a los bancos centrales que resuelvan esta situación.

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