Carlos Serrano Herrera

México tiene que dar una guerra al efectivo

Una economía sin efectivo será una economía con menos crimen, evasión fiscal, corrupción y delincuencia organizada. Será también una economía más igualitaria.

El autor es economista en jefe de BBVA México .

El dinero en efectivo ha jugado un papel fundamental en el progreso de la humanidad. Hay evidencia del uso de monedas en la antigua Grecia desde al menos el siglo VII a. C. y de que los billetes se comenzaron a usar en China desde el año 800 de nuestra era. Los billetes tienen las ventajas de una mejor portabilidad y conveniencia sobre las monedas. El efectivo permitió que la humanidad abandonará el trueque y con ello superar el problema de la doble coincidencia de deseos intrínsecos a ese medio de intercambio, lo cual se tradujo en mejoras en la productividad y en mayores tasas de crecimiento. Pero el uso de efectivo también implica problemas importantes. Facilita la evasión fiscal, la corrupción (los mexicanos nos hemos acostumbrado a ver videos en los que políticos corruptos aceptan sobornos en efectivo); a este respecto, estudios del Banco Mundial muestran una alta correlación entre la intensidad en el uso de efectivo en un país y sus niveles de percepción de corrupción, los robos −las historias de trabajadores que son despojados del fruto de su trabajo a lo largo de una quincena en el transporte público− son, lamentablemente, parte de la cotidianidad de este país. Por ser muy complicado de rastrear, el efectivo también facilita las actividades del crimen organizado. El efectivo también es terreno fértil para la informalidad, problema muy serio en nuestro país como lo demuestra el que 62 por ciento de las empresas y 56 por ciento de los trabajadores sean informales, de acuerdo con datos del Inegi.

Me parece también que el uso del efectivo profundiza la desigualdad económica ya que son los más pobres quienes tienen mayores probabilidades de perder porcentajes altos de sus ingresos en robos y los que tienen que gastar más tiempo y dinero en trasladarse para hacer pagos u obtener efectivo en una sucursal bancaria.

Por estas razones, creo que se deben implementar políticas públicas encaminadas a reducir el uso del efectivo. Y aclaro que en todos los problemas antes mencionados estoy hablando de correlaciones y no necesariamente de causalidades. Creo que en muchos de ellos se da una causalidad en ambos sentidos. Por ejemplo, se usa más efectivo porque hay alta informalidad, pero por haber alta informalidad se demanda más efectivo.

Desde que se empezaron a usar billetes y monedas no hubo más remedio que convivir con sus beneficios y con sus costos. Pero hoy la tecnología permite conservar los primeros y reducir notablemente los segundos. Hoy se pueden realizar pagos electrónicos de forma muy barata. México tiene en el SPEI desarrollado por el Banco de México uno de los sistemas para hacer traspasos electrónicos entre cuentas más eficientes del mundo. Además, se tiene el CoDi, plataforma que permite hacer pagos desde un teléfono móvil a otro. Y hoy también existe la tecnología para que los bancos centrales emitan sus propias divisas digitales (CBDCs, por sus siglas en inglés). Me parece que se debe tener una discusión seria acerca de si el Banco de México debe avanzar por esta ruta.

Creo que es oportuno introducir medidas para desincentivar el uso del efectivo y al mismo tiempo potenciar los medios de pago digitales. Para ello, primero hay que profundizar en políticas para aumentar la inclusión financiera en nuestro país de tal suerte que nadie se quede atrás en el nuevo mundo de los pagos digitales. Para ello hay que trabajar en mejorar la educación financiera, en que las instituciones bancarias ofrezcan cuentas totalmente digitales y gratuitas, y que a cambio de ello se les permita cobrar comisiones por los servicios que ofrecen en ventanillas bancarias y cajeros automáticos creando así incentivos para el uso y expansión de tecnologías bancarias digitales. Habría también que retirar gradualmente de circulación los billetes de muy alta denominación.

Una economía sin efectivo será una economía con menos crimen, evasión fiscal, corrupción y delincuencia organizada. Será también una economía más igualitaria. Y con efectivo me refiero tanto al efectivo en pesos como en dólares, pues con éstos también se presentan todos los problemas antes mencionados. Esta es una razón más de las tantas que se han esgrimido en contra de la reforma legal que pretende que Banco de México compre los excedentes de dólares en efectivo del sistema bancario. En caso de aprobarse, se estará incentivando el uso de dólares en efectivo, lo cual sería un paso en la dirección contraria en la guerra contra el efectivo.

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