Al inicio de su gobierno el presidente de México anunció que tendríamos un sistema de salud como el de Dinamarca. Voluntarismos aparte, para toda comparación lo primero es conocer, con datos duros, ambas realidades en salud.
Tomo cifras del más reciente estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en salud, Health at a Glance (2021). Buena parte de los datos corresponde a 2019, antes de la pandemia Covid-19, lo que puede sugerir que los indicadores fueron a peor.
La expectativa de vida al nacer en Dinamarca era de 81.5 años, y de 75.1 años en México.
En Dinamarca las muertes evitables, que se deben a causas que pudieron prevenirse y tratarse, por cada 100 mil habitantes, fueron 167; en México, más del doble: 366. Si esta tasa está por encima de 300 por cada 100 mil personas, existe un deteriorado estado de salud: es nuestro caso.
En los últimos veinte años, las muertes por ataques cardiacos en Dinamarca disminuyeron 72 por ciento; en México aumentaron 23 por ciento.
La mortalidad infantil en Dinamarca es de tres casos por cada mil nacimientos, en México de 13.1 muertes.
En Dinamarca al 83.2 por ciento de las mujeres se les practicó una mastografía en los últimos dos años, en México al 45.4 por ciento.
La población mayor de 15 años con sobrepeso u obesidad en Dinamarca alcanzó al 48.8 por ciento; México registra la peor situación de la OCDE con 75.2 por ciento. La obesidad da pie a enfermedades crónicas como diabetes, problemas cardiovasculares y cáncer.
En Dinamarca el 100 por ciento de la población tuvo acceso a servicios de salud, en México 20 por ciento carecía de ese derecho en 2019. (La situación empeoró como lo mostró Coneval en 2020: 35.7 millones de mexicanos no tuvieron acceso a servicios de salud en plena pandemia Covid-19, 15 millones más de los que no tenían acceso en 2018. Y la ENIGH 2022 señala que los hogares gastan 30.9 por ciento más en salud que en 2018: en los hechos, con este gobierno, avanza la privatización en la atención a la salud).
Los servicios de salud prepagados en Dinamarca cubrían al 83.3 por ciento de la población, en México sólo al 49.3 por ciento. Aquí la gente gasta en salud cuando se enferma o tiene un accidente, lo que provoca gastos catastróficos y empobrecimiento. En Dinamarca, contribuye más el que más tiene y recibe más quien más necesita. Aquí, paga el necesitado.
El informe de la OCDE da cuenta de los saldos de la pandemia Covid-19 en 2020-21. El exceso de muertes, por millón de habitantes, fue de 195 en Dinamarca; en México más de veinte veces mayor: 4 mil 456, muestra de que el sistema de salud colapsó en la pandemia y otros padecimientos dejaron de ser atendidos. En Dinamarca los fallecimientos a junio de 2021 frente al promedio de 2015-2019 se habían incrementado 1.38 por ciento; en México 55 por ciento. Claro, la tasa de vacunación en el país europeo fue 75.3 por ciento y en México apenas 35.4 por ciento.
La diferencia en la atención a la salud se explica por la infraestructura y recursos disponibles. En Dinamarca hay, por cada mil personas, 2.6 camas de hospital, 4.2 doctores y 10.1 enfermeras; en México una sola cama, 2.4 doctores y 2.9 enfermeras por cada mil habitantes. En Dinamarca el 100 por ciento de los médicos de atención primaria manejan expedientes electrónicos, aquí sólo el 30 por ciento.
Los contrastes se deben a la asimetría en la inversión en salud: los daneses destinan 10 por ciento del PIB a la salud; los mexicanos 5.4 por ciento. Dinamarca eroga 5 mil 478 dólares al año por persona (en paridad de poder de compra) y México la cuarta parte: mil 133 dólares. En Dinamarca el 83 por ciento del gasto de salud es realizado directamente por el gobierno y en México sólo el 27 por ciento. Aquí 22 por ciento del gasto es financiado por las contribuciones de patrones y empleados a la seguridad social, así que más de la mitad del gasto en salud es privado, hecho por los pacientes y sus familias. Mientras en Dinamarca puede hablarse de un sistema público y universal de salud, en México el acceso a la salud es, básicamente, una transacción de mercado.
México destina menos del 3.0 por ciento del PIB a gasto público a salud; Dinamarca más del 8.0 por ciento.
Aumentar la recaudación fiscal y el gasto, fortalecer a las instituciones de salud, no fragmentar el sistema, invertir en conocimiento, en infraestructura y en personal calificado son pasos indispensables para mejorar el sistema de salud.
Pero este gobierno en México renunció a realizar una reforma fiscal redistributiva, destruyó el Seguro Popular, fragmentó más el sistema de salud y despreció el conocimiento médico. Nos alejó de Dinamarca, pero también del México que es posible y deseable.
El autor es economista, profesor de la UNAM.