El politólogo Adam Przeworski escribió con claridad: “La democracia es ese régimen político que permite certeza en las reglas e incertidumbre en los resultados”. Llegar a esa situación no fue fácil en México. Durante casi todo el siglo pasado había incertidumbre en las reglas (se carecía de padrón confiable, de árbitro imparcial, de ciudadanos independientes en las casillas, la oposición competía en condiciones asimétricas, no existía un tribunal para atender las quejas ni resolver los diferendos electorales, etcétera), pero siempre había la certeza de que ganaría quien postulaba el gobierno.
El cambio democrático de México consistió en hacer posible lo contrario: disponer de reglas, instituciones y procedimientos electorales confiables para que el veredicto de cada contienda política recayera, en exclusiva, en el voto libre de la ciudadanía.
Pero en este tiempo de vientos autoritarios, hay quienes quisieran exorcizar la legítima incertidumbre democrática, la del resultado, incluso antes de que se instalen las urnas. La pulsión autoritaria insiste en que: a) la elección es un mero ‘trámite’ porque ellos, sin que se haya emitido un solo voto, ya ganaron; b) no ven una eventual derrota en las urnas como una legítima posibilidad democrática, consustancial a toda votación libre, ya que el autoritario solo reconoce las elecciones donde triunfa y, c) en el extremo consideran que solo su fuerza política tiene derecho a existir, pues la oposición está ‘moralmente derrotada’ y debiera desaparecer para, así, volver al país de la unanimidad, de un solo partido, que se deja conducir con mansedumbre desde la Presidencia.
Pero lo cierto es que la sociedad mexicana es plural y diversa, que hubo campañas intensas, y que será la ciudadanía quien hable este 2 de junio en las urnas: nadie ha ganado ni perdido aún, y en democracia nadie gana ni pierde todo.
Más es preciso reconocer que el proceso electoral no ha sido pulcro. Junto con la ominosa sombra de la violencia, si algo ha marcado esta contienda es la reiterada intromisión, violatoria de la Constitución, del presidente de la República. Más de media centena de medidas cautelares emitidas por el Instituto Nacional Electoral y decenas de sentencias del Tribunal Electoral, confirman que el mandatario se sustrajo del respeto al acuerdo democrático y que ha puesto el poder presidencial al servicio de su interés partidista.
A pesar de ello, el domingo habrá 170 mil casillas instaladas donde los ciudadanos podrán votar, de forma libre y secreta, incluso por sancionar esa grosera intromisión presidencial en las elecciones. Todo el mapa político de México se va a redefinir.
Ante la legítima incertidumbre democrática suelen surgir conductas irresponsables en plena jornada electoral. El guion del candidato o candidata abusivo es este: 1) va a votar temprano y declara que confía en la integridad de la elección y que cuenta con el apoyo de la ciudadanía; 2) apenas cierran las urnas, sin que se hayan empezado a contar los votos, se proclama ganador o ganadora con ‘sus datos’ y ‘sus encuestas’ y, 3) si más tarde la autoridad electoral le da a conocer un resultado adverso con el conteo rápido, el irresponsable actor o actora denunciará ‘fraude’ y desconocerá la elección.
Ni Claudia Sheinbaum ni Xóchitl Gálvez deberían incurrir en esa atrabiliaria conducta; tampoco los líderes de los partidos que las postulan.
La legítima incertidumbre debe resolverse con datos confiables emitidos por la autoridad electoral. Este domingo será de vital importancia el anuncio del conteo rápido por parte del INE. Es el instrumento que permitirá saber a quién favoreció el voto ciudadano. Pero incluso, en una elección muy cerrada, que fue el escenario de 2006, si los intervalos de estimación para las dos candidaturas más votadas se traslapan, entonces habrá que esperar al conjunto de datos del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) del INE, que deberá operar con toda pulcritud. Esta vez el PREP puede ser más lento que otros años porque en todas las entidades habrá elecciones locales y, al ser más votaciones que contar y actas que llenar, será más lento el trabajo de cierre al interior de las casillas.
Y conviene recordar que el cómputo oficial empieza el miércoles 5 de junio en los 300 consejos distritales del INE. Esa es la ruta para conocer el desenlace y despejar, con apego a la ley, la legítima incertidumbre que es propia de la democracia.