El desarrollo vertical en las principales ciudades del país es parte de la ecuación en la expansión inmobiliaria. La golden mile mexicana, ubicada en la tradicional avenida Reforma, es fiel reflejo de la última era de un modelo de desarrollo inmobiliario que modificó sustancialmente el skyline. Este corredor tenía a finales de 2021, 790 mil m2 de inventario.
Pero la operación de Torre Reforma, Torre BBVA, Chapultepec Uno, St Regis y años atrás Torre Mayor representan en el futuro inmediato un desafío, en especial para un segmento del mercado que aún define su permanencia. El reto para el real estate corporativo en la era pos-COVID 19 es mayúsculo, si se considera que los lugares abiertos y ventilados son la prioridad de inquilinos globales. Los distintos debates creados en la reciente edición del encuentro anual de la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI), apenas interrumpido por la pandemia, se enfocaron en la operación de los rascacielos y la posibilidad de nuevos proyectos en tiempos de inflación y un incierto mercado de oficinas. Es un escenario complejo para el mercado de la CDMX que en bonanza genera tasas de absorción de 400 mil m2 de oficinas, pero que la indefinición en la demanda de usuarios ha dificultado la recuperación para reducir los niveles históricos de desocupación de casi 24 por ciento.
Benjamín Romano, Víctor Legorreta, Carlos Fernández, Enrique Macotela y Luis Fernández de Ortega fueron más allá del análisis de los rascacielos, con el potencial del espacio subterráneo y la reconversión de miles de m2.
Para la inversión, si bien el escenario de menor dinamismo en la CDMX abre la puerta para el desarrollo en nuevas ciudades, el mercado corporativo tiene volúmenes menores que dificultan que los desarrolladores encuentren sentido para un cambio de territorio.
Es una etapa distinta a 2015, 2016 o 2017, cuando la construcción y oferta en los distintos corredores de este mercado alcanzaron su etapa de máximo crecimiento, que hizo a distintos proyectos romper la altura de los 200 metros, pero que cayó en los últimos tres años.
Lo anterior no representa una pausa en la evolución del desarrollo vertical en ciudades como Guadalajara, Monterrey y otras de menor tamaño como Puebla y corredores en el Bajío que traspasaron la barrera del crecimiento horizontal, luego de ganar espacio para proyectos de oficinas y vivienda con menores metrajes.
El enfoque vertido en dos días de paneles también se dirigió a la inercia que juegan los diseños arquitectónicos flexibles, inclusivos y sustentables acordes con la lógica de los entornos luego de la pandemia.
Todo es parte de las reglas del juego que normarán la evolución del desarrollo inmobiliario, una tendencia que no tiene retorno.