Claudia Olguin

Caribe mexicano

La ola de expansión en el Caribe Mexicano es resultado del efecto que causan el flujo de más de 31.3 millones de turistas y obras de infraestructura.

Quintana Roo vive un momento histórico al registrar más de 19 mil 400 millones de dólares en inversiones reflejado en los más de 127 mil 399 cuartos hoteleros y las 40 mil 200 unidades de renta vacacional existentes en Cancún, Cozumel, Isla Mujeres, Riviera Maya y Tulum.

Esta ola de expansión en el Caribe Mexicano es resultado del efecto que causan el flujo de más de 31.3 millones de turistas y el proceso de obras de infraestructura como los aeropuertos de Tulum y Chetumal, el puente Nichupté, la remodelación de la avenida Colosio en Cancún, la carretera 307 y el distribuidor que une Cancún y Tulum.

Son elementos que por el momento dejan en los 5 corredores más de 700 proyectos inmobiliarios en proceso de desarrollo.

La dinámica también ha generado, de acuerdo con estadística generada por Tinsa, una absorción promedio de mil 100 unidades mensuales de departamentos orientados al mercado de corta estancia, que se une a la oferta de alojamiento aportada por la infraestructura hotelera.

Para los analistas lo que sucede en este mercado y Los Cabos, es un camino sin retorno que ha atemperado su efecto porque la llegada de turistas cambió, a partir del verano pasado cuando los turistas retomaron los viajes largos a destinos tradicionales como Europa.

Esta inercia hizo, según el Centro de Investigación y Competitividad Turística (CICOTUR), que aun cuando el consumo turístico no ha logrado superar los niveles prepandemia, el consumo interno mantenga una recuperación modesta y sostenida.

Es por ello que el consumo receptivo registra una notable caída del 15.2 por ciento frente al mismo período de 2022, tema que también incidió en la ocupación hotelera del estado que llegó a 74.1 por ciento, según información de la Secretaría de Turismo.

Estas tendencias validan la era de desarrollo en la región, pero plantean retos para el desarrollo sustentable y sostenible.

En este sentido, es la planeación el paso uno que los desarrolladores en la región ven como una condición importante que permitirá el desarrollo de la comunidad. Una era donde la movilidad, el flujo vial, los parques, áreas verdes, calles y el acceso a vivienda e infraestructura sean parte de la ecuación.

Hoy día es evidente la inversión, pero no está claro el suministro adecuado de energía eléctrica, agua potable, drenaje, fibra óptica, transporte y movilidad acorde a los requerimientos del mercado.

Es un entorno que requieren desarrolladores de propiedades inmobiliarias residenciales, y también la hotelería.

En un reciente reporte de CBRE México dábamos cuenta de la apertura de al menos 39 hoteles de 3 a 5 estrellas en el primer semestre del año, con los cuales se incorporaron más de 9 mil 100 unidades en 2022, de los que más de la mitad se ubican en Cancún, Riviera Maya y Playa del Carmen.

Todo esto no es un tema menor, si se considera que la longitud con frente de playa de la entidad del sureste es de 137 kilómetros, frente a los 133 kilómetros con los que cuenta Miami, el mercado de mayor crecimiento inmobiliario en todos sus nichos de Estados Unidos.

Son dimensiones polarizadas que permiten ver el potencial de la región. Una zona de grandes oportunidades y retos para dotar de los elementos que permitan generar un desarrollo ordenado.

COLUMNAS ANTERIORES

Monterrey recupera y mantiene expectativas
‘Downsizing’ y oficinas ‘stand alone’

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.