Claudia Olguin

Recesión, estancamiento e inversión

El dinamismo con que se han generado operaciones bursátiles y empresariales, es muestra de que el real estate mexicano está, si bien con precaución y sigilo, en un ciclo de compradores.

Fuera de las discusiones que han creado en el entorno las discusiones sobre la recesión y estancamiento económicos con el respectivo impacto que genera en las decisiones de inversión, el mercado inmobiliario sigue de pie y despertó.

El dinamismo con que se han generado operaciones bursátiles y empresariales, es muestra de que el real estate mexicano está, si bien con precaución y sigilo, en un ciclo de compradores.

Detallamos en las últimas semanas, los movimientos de Fibra Monterrey y HIR Casa. También lo hecho por Fibra Hotel y lo que tiempo atrás consolidaron distintos Fideicomisos de Inversión en Bienes Raíces (FIBRAS). En esa línea ha sido de forma constante las estrategias de recompra de certificados ante el ajuste de sus valores y la reestructuración de su deuda, a fin de lidiar con los tiempos de ralentización y definición de proyectos.

Lo que valida esta tendencia es la operación que el pasado 14 de noviembre anunciaron FINSA y Walton Street Capital. Los equipos que lideran Sergio Argüelles González y Federico Martín del Campo lograron concretar una operación inmobiliaria valuada en 841 millones de dólares con Fibra Uno.

Se trata de la más grande en el año, relevante como las que también Fibra Uno hizo en diciembre de 2013, cuando adquirió dos portafolios de MRP (Mexico Retail Properties) con un total de 49 centros comerciales que en conjunto tenían un área bruta rentable de 941 mil metros cuadrados.

La de este año de FINSA tiene su lógica en la vida de los CKDEs (Certificados de Capital de Desarrollo) en este caso el FINSACK12 con el que FINSA y su socio edificaron un segundo instrumento que hizo factible construir 74 edificios industriales estabilizados con una superficie total de 1.2 millones de metros cuadrados, ubicados en 9 estados de la República Mexicana.

Todos estos movimientos con un ritmo distinto a como se comportó el mercado de capitales orientado al sector inmobiliario validan las oportunidades que observan inversionistas globales, que en los últimos años han competido con instrumentos nacionales de FIBRAS y CKDEs.

Cierto es que el riesgo es un factor, pero en el real estate mexicano lo edificado en el último ciclo en materia de desarrollo, consolidación de mercados y liquidez generada en el mercado de valores, hacen que la valuación del inversionista tenga tintes distintos. Veremos seguro antes de que termine el año cómo se aprovechan oportunidades.

Infraestructura

El gran reto del desarrollo de un país es la integración de una infraestructura sólida que permitan conectar las ciudades y permear la economía de las distintas regiones.

Ayer que se anunció el Acuerdo Nacional de Inversión en Infraestructura con el gobierno federal, parece haber una luz que podría mitigar el efecto negativo que causa en muchas zonas del país esta asignatura pendiente.

Gran parte de los 147 proyectos de carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, telecomunicaciones, agua, turismo y salud, dejará con la participación de la iniciativa privada un promedio de inversión de 859 mil millones de pesos, equivalente a un crecimiento anual equivalente a 5% del PIB (Producto Interno Bruto).

Esta proporción es aún menor a la que requiere una economía como la mexicana, que en algún momento se estimó debería ser de al menos 7% de manera sostenida. Sin embargo, de darse de manera ágil podría contribuir recuperando el tiempo perdido en la anterior administración.

COLUMNAS ANTERIORES

Desarrollo vertical avanza en ciudades
Ola verde fortalece expansión

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.