Clemente Ruiz Duran

Reestructuración del poder y la economía global

Este fin de semana se realizaron elecciones en varios países, cuestionando las visiones del orden establecido, los primeros resultados se dieron a conocer en Europa.

Este fin de semana se realizaron elecciones en varios países, cuestionando las visiones del orden establecido, los primeros resultados se dieron a conocer en Europa. En Francia, los resultados no le permitieron al presidente Macron, recién electo, obtener una mayoría para gobernar con amplitud ya que sólo ganó 244 de 577 escaños a la Asamblea Nacional, requerirá gobernar mediante acuerdos con la Nueva Unión Popular Ecológica y Social, liderada por Jean Luc Melenchon (alianza de populistas de izquierdas, socialistas, ecologistas y comunistas) y con el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen, la lideresa de la derecha francesa. De esta forma, el gobierno francés regresará a las épocas de negociaciones parlamentarias, las cuales, en el pasado, desgastaron al aparato político de manera importante y que parecían haber sido superadas. Con esta elección se inaugura una nueva etapa de poder compartido y por lo mismo, de menor estabilidad en la política francesa, cuyos efectos podrían filtrarse al seno de la Unión Europea.

A miles de kilómetros, Gustavo Petro, candidato de izquierda, ganó las elecciones presidenciales de Colombia en una fórmula con la afrodescendiente Francia Márquez, lo que inaugura una nueva etapa en esta región de América Latina, con la perspectiva de que tenga un impacto en todo el subcontinente. En la campaña, el presidente electo prometió cambios profundos en el modelo económico colombiano, proponiendo reformas estructurales para corregir las desigualdades y buscar un crecimiento más amigable con el medioambiente. Sus ideas contemplan una reforma tributaria que acabe con las exenciones innecesarias y un gasto público para atender las necesidades sociales. El reto es enorme ya que Colombia padece del síndrome de baja inversión que agobia a toda la región. En 2021 su formación bruta de capital fijo como proporción del PIB sólo alcanzó 19.8 porciento. Con el fin de cumplir con las promesas de transformación se requiere de un enorme esfuerzo, ya que Colombia es un país maravilloso con enormes recursos naturales, pero con un estrecho sector manufacturero de 12.7 por ciento del PIB. A lo anterior se suma un fuerte déficit comercial, las exportaciones representan 16.4 porciento del PIB, en tanto las importaciones son de 24,4 por ciento, lo que se observa es un país vulnerable que requiere del apoyo externo.

El presidente electo sabe bien que el sistema económico está en una difícil situación, que depende demasiado de la exportación de petróleo y de un negocio floreciente e ilegal de cocaína, que de acuerdo con sus señalamientos, ha hecho que los ricos sean más ricos y los pobres más pobres. Ante esta situación, las propuestas de campaña han sido detener toda nueva exploración petrolera para dar un cambio hacia el desarrollo de otras industrias y una expansión de los programas sociales, mientras impone impuestos más altos a los ricos.

La propuesta implica transitar hacia una economía productiva basada en el respeto a la naturaleza, dejando atrás la dependencia de las materias primas y democratizando el uso de energías limpias para generar capacidades nacionales que permitan enfrentar los efectos del cambio climático y contribuir con ello a superar la crisis ambiental global que pone en juego la vida y la supervivencia humana. Acelerar las energías más limpias se topa con el desafío de encontrar fuentes de recursos públicos que reemplacen los mineroenergéticos. Para eso, entre las propuestas de campaña se han mencionado, entre otras, la necesidad de un crecimiento notable del turismo –que depende de consolidar la paz en muchos territorios– y de la industria del cannabis medicinal.

Los problemas que se presentan para llevar a la práctica una transición de una economía basada en la explotación de recursos naturales a un modelo fundamentado en industria y servicios son múltiples y de mediano a largo plazos, y como siempre, las demandas de la sociedad es que estos sean realizados en el más corto plazo. Esta transformación productiva añorada por todos los países de la región requiere de un proceso de financiamiento que no siempre es posible alcanzar, ya que las fuentes tradicionales como son los mercados financieros internacionales, o los organismos multilaterales demandan una orientación de política diferente. Esto abre la necesidad de buscar alternativas y una posibilidad de fuentes alternas podría ser China, que requiere de amplios recursos naturales para su economía y que podría estar interesada en financiar este nuevo proyecto, a cambio de mantener el acceso a ciertos recursos naturales.

El profundizar la relación con China es un gran reto para Colombia ya que podría ser un punto de conflicto con Estados Unidos. Sin embargo, habría que recordar que las inversiones estadounidenses se retrajeron durante la actual administración del presidente Duque, ante lo cual tuvo que recurrir al apoyo de China. Es una coyuntura difícil que augura un fuerte desafío para la administración Biden, que se encuentra enredada en la relación con América Latina.

Las elecciones del fin de semana pasado dan cuenta de una reestructuración del poder en el mundo, que sin lugar a dudas afectará a América Latina y su relación con Estados Unidos. Se está abriendo una oportunidad para replantearla, sin embargo, habrá que esperar la siguiente parada que serán las elecciones en Brasil. Si Lula finalmente regresa al poder es de esperarse que esto dinamice el cambio en la región y obligará a Estados Unidos a rediseñar su relación con la región.

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