Clemente Ruiz Duran

El dilema de la inversión y de las altas ganancias

Se requiere de un nuevo esfuerzo público – privado para incentivar la inversión de largo plazo y con ello, garantizar un escenario que permita de la atonía en el crecimiento que observa el país.

La inversión presenta una falta de dinamismo de mediano plazo, con un rezago importante respecto de su trayectoria tendencial, señaló Gerardo Esquivel, Subgobernador de Banco de México, el pasado 25 de agosto en el Seminario de Economía Mexicana del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), UNAM. Esta situación se ha convertido en una preocupación para la economía mexicana, que ha perdido su dinámica de crecimiento en la última década, y que no ha logrado encontrar un acuerdo público-privado para reanimarla.

La atonía de la inversión contrasta con un desempeño altamente rentable de algunos sectores empresariales, especialmente del sector bancario, que de acuerdo a la Comisión Nacional Bancaria, su resultado neto acumulado durante el periodo enero-junio de 2022 fue $111 miles de millones de pesos. Por su parte, el rendimiento sobre activos (ROA) se ubicó en 1.86% y el rendimiento sobre capital contable (ROE) en 16.49%. Cinco de las 50 instituciones que conforman el sistema bancario que opera en el país concentraron poco menos de tres cuartas partes de las utilidades netas del primer semestre, de acuerdo con los datos de la CNBV. Se trata de BBVA, Santander, Banorte, Citibanamex e Inbursa, que en conjunto obtuvieron 79 mil 773 millones de pesos, una cantidad equivalente a 72.16 por ciento de las ganancias netas de todo el sistema.

En esta perspectiva, la baja inversión no es por un problema de rentabilidad, sino de desajustes en el ciclo de la inversión. México es a todas luces un mercado sumamente atractivo, como da cuenta la inversión extranjera en el primer semestre, la cual alcanzó 27 mil 511 millones de pesos, un monto sin precedente para un periodo similar, de acuerdo con el Registro Nacional de Inversiones Extranjeras.

Ante este panorama se requiere hilar más fino para analizar qué está sucediendo con la atonía en la inversión. Por una parte existe el factor financiero, las altas tasas de interés que cobran los bancos desincentivan a las empresas a adquirir un crédito para expandir operaciones o iniciar un nuevo emprendimiento, tal como lo revela la Encuesta Nacional de Financiamiento de las Empresas. En este sentido, lo que parece existir es un desincentivo a la inversión, ha faltado una política para regular los costos financieros, sería necesario explorar si una regulación para reducir el diferencial entre tasas activas y pasivas podría incentivar una mayor inversión. En este sentido, se buscaría incentivar a las empresas productivas a financiar nuevas inversiones con créditos bancarios más baratos. Esta tarea correspondería a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, que no ha logrado establecer a lo largo de la Administración una visión de cómo reestructurar al sector para incentivar mayores inversiones, ya que hoy por hoy las altas tasas activas desincentivan a los emprendedores.

A lo anterior se suma la falta de reinversión de algunas empresas que obtienen altas tasas de rendimiento, la pregunta es por qué se da este proceso. En principio, la incertidumbre en el sector productivo deriva de la falta de una clara política pública en muchas áreas, en donde se ha decidido cambiar las reglas del juego a la mitad del camino, como es el caso de las empresas que habían buscado generar energías limpias en el norte-centro-sur del país y que a mitad del camino se han cambiado las reglas del juego, lo que ha generado el establecimiento de un panel para dirimir las controversias entre los miembros del T-MEC. En este sentido, lo que se requiere es transparencia y permanencia en las reglas del juego para que en el horizonte de planeación se puedan alcanzar las metas fijadas. Se requiere crear un escenario de certidumbre para garantizar que las inversiones más imporantes para el país, que son las de largo plazo, tengan la certeza de la permanencia de las reglas del juego.

Construir un escenario óptimo de crecimiento requiere de una fuerte inversión y como señalara el economista Nicolás Kaldor, el escenario óptimo de crecimiento es cuando todas las ganancias se reinvierten y todos los salarios se consumen. Estas palabras encuentran mucho sentido en el México del siglo XXI, necesitamos encontrar los mecanismos que garanticen que las empresas reinviertan todas sus utilidades y contar con buenos salarios que permitan consolidar un mercado de masas. Los países de Asia parecen haber seguido estas reglas, si uno revisa los estados de resultados de empresas como Huawei, uno observa que la máxima para su expansión ha sido la reinversión de utilidades, anualmente reinvierten el veinte por ciento de sus ventas, no de sus utilidades, lo que les ha permitido una expansión espectacular.

Se requiere de un nuevo esfuerzo público – privado para incentivar la inversión de largo plazo y con ello, garantizar un escenario que permita de la atonía en el crecimiento que observa el país. Es momento de construir el escenario de México 2050, que implica repensar las reglas del juego, de forma de garantizar un crecimiento sostenido de la economía, para, por este medio, superar el escenario de conflicto que prevalece hoy día en la economía nacional.

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