La administración del presidente Biden, de Estados Unidos, y del presidente Andrés Manuel López Obrador, de México, terminarán en 2024. Las formas son sumamente importantes en la política, porque dan cuenta de lo que busca dejar como legado cada una de las administraciones.
En el caso del presidente Biden presentó una amplia propuesta presupuestal en un tono sereno buscando convencer al Congreso de sus bondades, señalando que la administración “Bajo el liderazgo del presidente, la economía ha agregado más de 12 millones de empleos, más empleos en dos años que los que cualquier presidente ha creado en un mandato de cuatro años, incluidos 800 mil empleos en manufactura. La tasa de desempleo ha caído a 3.4 por ciento, la más baja en 54 años. Las tasas de desempleo de negros e hispanos están cerca de mínimos históricos. Los últimos dos años fueron los dos mejores años registrados para las nuevas aplicaciones de pequeñas empresas. El presidente ha tomado medidas para reducir los costos y dar a las familias más espacio para respirar, lo que incluye reducir los costos de los medicamentos recetados, las primas del seguro médico y las facturas de energía, al mismo tiempo que reduce la tasa de personas sin seguro a mínimos históricos. Y el plan del presidente ha sido el de reconstruir la infraestructura de Estados Unidos, hacer que la economía sea más competitiva, invertir en la innovación y las industrias estadounidenses que definirán el futuro e impulsar un auge manufacturero que está fortaleciendo partes del país que han quedado atrás durante mucho tiempo, mientras crea buenos empleos para trabajadores, incluidos los que no tienen títulos universitarios”.
Contrasta con esta visión holística la presentación que hiciera el secretario de Hacienda, de los Pre-criterios 2024, circunscribiéndose a lo esencial. La economía mexicana continuará creciendo gracias a la nueva política económica implementada por esta administración, que ha fortalecido el mercado interno, impulsando la inversión pública y creando las condiciones propicias para aprovechar las oportunidades derivadas de la relocalización de empresas en el país. Es decir, la prosperidad que viene de fuera, no la construida por el esfuerzo de los mexicanos.
Otro punto clave en el presupuesto de Estados Unidos es su enfoque para reducir los déficits subiendo el impuesto a los que más tienen, la propuesta es reducir el déficit en casi 3 billones de dólares durante la próxima década haciendo que las corporaciones ricas y grandes paguen su parte justa y se recorten los gastos innecesarios en Big Pharma, Big Oil y otros intereses especiales. La propuesta presupuestal refleja la necesidad de un sistema tributario que recompense el trabajo, no la riqueza, y que garantice que los estadounidenses más ricos y las corporaciones más grandes no paguen tasas impositivas más bajas que los maestros o los bomberos. El presupuesto refleja la creencia férrea de Biden de que un sistema tributario que recompense el trabajo, no la riqueza, y que garantice que los estadounidenses más ricos y las corporaciones más grandes no paguen tasas impositivas más bajas que los maestros o los bomberos.
Frente a esta propuesta los lineamientos dados a conocer por el secretario de Hacienda ratifican una visión tradicional, no se anima la administración a alterar las relaciones económicas con los que más tienen. Así señala que “al quinto año de gobierno, las finanzas públicas están sanas y se seguirá manteniendo una gestión prudente hacia el final de la administración. Esto ha sido reconocido por inversionistas, agencias calificadoras y organismos financieros internacionales. Se estima que la deuda pública se ubique en 49.9 por ciento del PIB en 2023 y se mantendrá en ese mismo nivel en 2024″. Su propuesta es “la política fiscal en el resto del mandato se centrará en mejorar la eficiencia de la recaudación de impuestos y en dirigir el gasto público hacia el desarrollo económico y el bienestar social”.
De esta forma se perfilan el fin de dos administraciones, una propositiva desafiando al capital, la otra consolidando las estructuras del poder tradicional y dejando al futuro las reformas requeridas para construir un país menos desigual.