Clemente Ruiz Duran

Migración: pesadilla de América Latina

México requiere diseñar una estrategia frente a esta situación; no puede permitir que la migración en tránsito se integre al país como un problema más.

Uno de los grandes problemas de América Latina es su bajo nivel de inversión, el promedio del coeficiente de inversión en la región es de 21 por ciento, comparado con 32 por ciento de Corea del Sur y del sudeste asiático. Esta situación se traduce en una baja expansión de la economía y por lo mismo del empleo, dando por resultado una alta informalidad en todo el subcontinente. Lo anterior ha provocado que, ante la falta de oportunidades en sus países de origen, los latinoamericanos están optando por la migración, entre países de la región y crecientemente hacia Estados Unidos.

El proceso migratorio se ha agudizado en los últimos años, lo que se ha traducido en incrementos considerables, tal como aconteció en 2022, los reportes de Naciones Unidas Migración señalan que “los grandes movimientos migratorios del continente americano mostraron un incremento considerable durante 2022 en comparación con años anteriores”. Así, tenemos que la frontera terrestre entre Panamá y Colombia observó un aumento interanual de 86 por ciento con un total de 248 mil 284 entradas irregulares. El número de encuentros en la frontera suroeste de Estados Unidos aumentó 27 por ciento (total dos millones 577 mil 669) comparado con 2021, con personas provenientes de Sudamérica.

Los movimientos aumentaron por la pandemia de covid-19 y sus efectos económicos adversos, que llevaron a migrantes estancados y previamente residiendo en otros países del continente a realizar viajes peligrosos. Factores adicionales incluyen cambios reales y percibidos en las políticas, inseguridad alimentaria exacerbada, inestabilidad política y violencia en algunos países de origen y vulnerabilidades relacionadas a la degradación ambiental y desastres, entre otros. Los traficantes de personas se han aprovechado de esta situación para explotar a los migrantes. De manera complementaria a los movimientos irregulares, la región también experimentó un incremento en los movimientos regulares entre algunos países. Por ejemplo, de 2021 a 2022 hubo un incremento de 22 por ciento en la cantidad de visas H2-B otorgadas a migrantes, para empleos no relacionados con agricultura. La cifra total pasó de 87 mil 47 visas H2 –B a finales de 2021 a 106 mil 16 para finales de 2022.

Durante enero y febrero de 2023, se tiene registrado que 18 mil nacionales venezolanos y 12 mil nacionales ecuatorianos ingresaron a Panamá, de manera regular. El inicio de 2023 también ha mantenido esa tendencia en la mayoría de las fronteras excepto la estadounidense. Los venezolanos son quienes tienen un papel protagónico en los grandes movimientos de las Américas, impulsados por la compleja situación en su país de origen y en los países de tránsito. Otras nacionalidades relevantes en estos grandes movimientos durante 2022 e inicios de 2023 han sido haitianos, cubanos, nicaragüenses y ecuatorianos en su ruta hacia Estados Unidos. A enero de 2023, el 20 por ciento de las residencias registradas en Brasil correspondían a nacionales de la República Bolivariana de Venezuela. En Uruguay, durante 2022 se estima el mayor saldo migratorio en el último quinquenio, con un dominio importante de venezolanos. Paraguay y Bolivia se han mostrado como países de tránsito hacia el cono sur, especialmente Chile. En Uruguay, Perú y Colombia los datos de entradas son mayores que los de salidas de migrantes, lo que puede indicar una mayor tendencia a permanecer en estos países por más tiempo.

En este complejo escenario, el gobierno mexicano estuvo dando visas de tránsito para que los migrantes centro y sudamericanos pudieran llegar hasta la frontera con Estados Unidos bajo la prevalencia del Título 42, impuesta en marzo de 2020 bajo la presidencia de Donald Trump, cuando la pandemia por covid-19 recién había sido declarada, y especificaba que todo aquel que llegara a la frontera del país sin documentos de ingreso legal sería devuelto. Con el fin de esta legislación la situación se ha vuelto más compleja y ha dado lugar a un recrudecimiento de las posiciones antimigrantes en Estados Unidos, sin que se tenga una visión de qué sucederá con los cientos de migrantes que se encuentran en la frontera o sus inmediaciones. A lo que se ha sumado un clima de violencia en la frontera, lo cual agrava aún más la situación. Ante esto, el gobierno mexicano no ha manifestado una estrategia para enfrentar la existencia de esta población flotante en las fronteras y que se encuentra presente en todo el territorio, sobre todo en las grandes ciudades del país.

México requiere asumir una posición y diseñar una estrategia frente a esta situación, no puede permitirse que la migración en tránsito se integre al país como un problema más, sino que debemos tener claro que esto requiere atenderse con una política definida y no dejar que se incorpore como un proceso de informalidad aumentado.

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