Hace tres meses, parecía que la economía de China estaba en camino de recuperarse relativamente rápido después de estar cerrada al mundo durante la pandemia. Los consumidores estaban gastando de nuevo. Se reactivaron las exportaciones. Incluso el asediado mercado inmobiliario de China dio indicios de que se estaba estabilizando. Sin embargo, los datos oficiales publicados el lunes revelaron que el ritmo anual de crecimiento de la economía de China cayó a poco más del 3 por ciento en la primavera, muy por debajo del objetivo del gobierno. Estos resultados han impulsado un cambio en la disposición de los altos funcionarios chinos para entablar conversaciones diplomáticas con rivales geopolíticos en el extranjero y mostrar una mayor apertura en la política económica en el país.
El cambio de tono es particularmente visible en las relaciones de China con Estados Unidos. A pesar de varios años de lazos desgastados y esfuerzos concertados para volverse menos dependientes el uno del otro, los dos países siguen estrechamente vinculados económicamente y juntos representan dos quintas partes de la producción mundial. El cambio se hizo evidente el mes pasado, China recibió a tres altos funcionarios estadounidenses en Beijing, incluido John Kerry, el enviado climático del presidente Biden, quien llegó el domingo, y la secretaria del Tesoro, Janet L. Yellen, quien sostuvo reuniones con altos funcionarios chinos. Se espera que hasta tres ministros chinos viajen a Washington en las próximas semanas, ya que los dos países han comenzado a discutir temas como el comercio y el cambio climático.
El gobierno chino ha estado en una ofensiva empresarial hacia los líderes empresariales nacionales e internacionales. El primer ministro, Li Qiang, hizo un discurso a favor de China a los líderes empresariales en un evento del Foro Económico Mundial en Tianjin, ofreciendo sus garantías personales de que China está abierta para los negocios. Posteriormente, Li se reunió el miércoles pasado con las grandes empresas de tecnología de China para alentarlas a contratar más trabajadores, en una señal de que un impulso de casi tres años para ejercer un mayor control político sobre el sector puede ser reemplazado por un énfasis en el crecimiento económico. La poderosa Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, la principal agencia de planificación económica de China, elogió a las empresas por sus inversiones globales. Esto muestra una moderación de la política exterior china y la búsqueda de un mayor y la apertura de una negociación con Estados Unidos.
Este reencuentro productivo entre las grandes potencias parece ser una preocupación global, tal como lo muestra el encuentro de Bruselas entre los países de la Unión Europea y los países de América Latina agrupados en la Celac. Los países latinoamericanos han señalado que la región no quiere ser solo una mina que produce materias primas para el resto del mundo o su reserva natural. La respuesta de la UE ha sido su compromiso por invertir 45 mil millones de euros hasta 2027 en planes de financiación para la región a través de un Acuerdo Global, diseñado con la asesoría del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y CAF, banco de desarrollo de América Latina y el Caribe, construido en cuatro pilares: la transición energética justa, una transformación digital inclusiva, el desarrollo humano, salud y vacunas.
La presidenta de la Unión Europea, Ursula Von de Leyen, señaló que el diseño de la agenda se ha realizado pensando en el beneficio de ambas regiones, cuidando los estándares ambientales y sociales y con transparencia. Se dieron a conocer los proyectos específicos que para el caso de México consisten en el desarrollo de un mercado de bonos verdes, acceso a la financiación de parques industriales, energía renovable, desarrollo de la cadena de valor de plantas solares, producción de vehículo eléctricos, producción de baterías y sistemas hídricos (enfoque Plan Sonora), resiliencia sanitaria y producción de vacunas y gestión integrada de recursos hídricos. Todo esto muestra un impacto concreto de cómo este reacomodo global está beneficiando a los países de la región y en concreto a México.
Es un momento de reorganización global que México puede aprovechar de manera productiva, la búsqueda de distensión entre China y Estados Unidos puede ser un momento para impulsar proyectos conjuntos con ambos países sin el riesgo de una confrontación con EU, se abre un abanico de posibilidades y en el caso de la Unión Europea puede buscarse que apoye el buen término de proyectos estratégicos de la actual administración. Se abre un horizonte de posibilidades no contempladas dada la tensión de las relaciones entre las grandes potencias después del Covid y por la Guerra de Ucrania en el caso de la Unión Europea. Parecen correr vientos de entendimiento que esperamos que México pueda aprovecharlos productivamente.