Las palabras de Okonjo–Iweala, directora general de la OMC, el pasado lunes en la inauguración de la decimotercera reunión anual que se realiza en esta ocasión en Emiratos Árabes Unidos, nos recuerdan el complejo rompecabezas que se vive hoy la economía global y sobre todo el comercio multilateral. Mirando a nuestro alrededor, la incertidumbre y la inestabilidad están por todas partes. Las tensiones geopolíticas se han empeorado. El conflicto de Medio Oriente se ha extendido a otras partes de África y el mundo árabe. No debemos olvidar el conflicto en Sudán, que ha desplazado a cerca de 8 millones de personas internamente y a través de fronteras, ni el conflicto en el este de la República Democrática del Congo. Los precios más altos de los alimentos, la energía, los fertilizantes y otros productos básicos siguen pesando sobre el poder adquisitivo de la gente, alimentando la frustración política.
En su discurso señaló que las interrupciones del transporte marítimo en vías navegables vitales como el mar Rojo y el canal de Panamá son una nueva fuente de retrasos y presiones inflacionarias, y ofrecen un recordatorio en tiempo real de los riesgos que plantean para el comercio y la producción mundiales, los problemas de seguridad y la crisis climática. En esta perspectiva, la gente en todas partes se siente ansiosa por el futuro, y esto se sentirá en las urnas este año, cuando unos 60 países, hogar de casi la mitad de la población mundial, acudan a las urnas.
En este mensaje se hizo notar que el crecimiento económico ha perdido ritmo, aunque se mantuvo mejor de lo esperado, particularmente en algunas economías importantes como Estados Unidos e India, lo que resultó en un aterrizaje más suave para la economía global de lo previsto anteriormente. Sin embargo, hay lugares que se están quedando atrás. El Banco Mundial advierte que la economía global va camino de registrar su desempeño quinquenal más débil en 30 años. En muchos países en desarrollo, el sobreendeudamiento y los altos costos financieros siguen siendo un lastre para las perspectivas económicas.
La pandemia puso fin a una tendencia de aproximadamente 25 años durante la cual, por primera vez en siglos, los países pobres comenzaron a reducir la brecha de ingresos que los separaba de los ricos. Varios países de África ya han entrado en una década perdida y corren el peligro de retroceder aún más. Un punto importante es que el comercio mundial ha mostrado resiliencia en los últimos años. A pesar de todo lo que hemos pasado, el comercio mundial de bienes y servicios se mantiene en niveles récord o cerca de ellos. Los mercados internacionales anclados en el sistema de comercio global basado en reglas se han mantenido ampliamente abiertos, ayudando a las empresas, los hogares y las economías a adaptarse a un shock tras otro.
Sin embargo, la desaceleración económica mundial y una mayor incertidumbre ya están teniendo un impacto. El crecimiento del volumen del comercio mundial de mercancías en 2023 parece no haber alcanzado el 0.8 y dados todos los riesgos a la baja, es probable que no se alcance la tasa de crecimiento del comercio de mercancías del 3.3 por ciento. Además, el multilateralismo está bajo ataque.
El comercio sigue siendo fundamental para cumplir tantas prioridades nacionales y globales: impulsar el crecimiento, ampliar las oportunidades económicas, cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible y resolver problemas de acción colectiva como proteger nuestro medio ambiente o prepararnos para la próxima pandemia. Sin cooperación en materia de comercio, avanzaríamos hacia una economía mundial cada vez más fragmentada, y todas estas prioridades serían más difíciles, más costosas y, en algunos casos, imposibles de lograr.
En esta perspectiva de amenaza de reducción del comercio global, el nearshoring se convierte en una estrategia cada vez más atractiva para la economía mexicana, ya que esta estrategia permitió que se redujera el déficit comercial de 26 mil 879 millones de dólares en 2022 a uno de 4 mil 242 millones de dólares en 2023. Lo anterior fue reflejo de una ampliación del superávit de la balanza de productos no petroleros —que pasó de 8 mil 263 millones de dólares en 2022, a 13 mil 73 millones de dólares en 2023— y de un menor déficit de la balanza de productos petroleros —que pasó de 35 mil 142 millones de dólares en 2022, a 18 mil 536 millones de dólares en 2023.
En esta perspectiva, México se encuentra en una posición de fortaleza en medio de lo que acontece en el comercio global, en el resto del mundo y por ello se requiere afinar las estrategias para que se eleve el valor agregado de las exportaciones mexicanas a través de crear un complejo de actividades de alto valor agregado basadas en el conocimiento y no en diferencias salariales. El tema es ampliamente abordado por el economista Keun Lee, en su reciente libro Innovation-development, detours for latecomers–Managing Global-Local Interfaces in the De-globalization era. Es un punto de debate que requiere ser profundizado en estos meses que se estará construyendo la agenda 2024-2030. Es momento de profundizar y construir un futuro más sólido para México.