En las últimas semanas se ha abierto el debate en torno al futuro energético de México, el pasado lunes en la conmemoración de la expropiación petrolera se perfiló un esquema energético más amplio por parte de Claudia Sheinbaum. En su intervención en ese aniversario se propuso transformar a Pemex y a CFE en partícipes de una nueva visión, en la que se propone transformarlas en una empresa de energía que satisfagan conjuntamente las necesidades del país. El planteamiento suena complejo, ya que se requiere de una reingeniería del aparato público que ha sostenido la oferta energética del país. El aspecto financiero, de por sí será complejo, pero no es el de mayor reto en sí mismo, se requerirá de una redefinición clara de las necesidades energéticas de todas las regiones del país, combinado con una proyección clara de los requerimientos de energía, de acuerdo con el horizonte 2030, que bien podría pensarse en una perspectiva 2050.
Se requiere pensar en forma integral, destacando las fuentes proveedoras de energía y la forma cómo las diferentes empresas estatales se complementarían, por una parte, Pemex, y por otra, la CFE, que depende de la primera para hacer funcionar en forma integral la generación de energía eléctrica. México obtiene más del 80 por ciento de su suministro energético total de los combustibles fósiles. En 2019, el petróleo contribuyó un 45.20 por ciento, seguido del gas natural (37.84 por ciento), el carbón (6.44 por ciento), los biocombustibles (5.02 por ciento), la energía eólica y solar (2.75 por ciento), la nuclear (1.62 por ciento) y la hidroeléctrica (1.13 por ciento). En 2020, los combustibles fósiles representaron el 64.50 por ciento de la capacidad instalada de México y el 72.15 por ciento de la generación eléctrica. Se generó electricidad adicional con las energías hidroeléctrica (8.59 por ciento), eólica (6.31 por ciento), solar (4.33 por ciento), de biomasa (3.49 por ciento), nuclear (3.48 por ciento) y geotérmica (1.46 por ciento).
Este complejo sistema requiere racionalizarse e integrarse hacia una estrategia, en donde se avance progresivamente hacia una mayor utilización de energías renovables para surtir la electricidad que el país requiere, en este sentido, se requiere replantear los programas que se tienen actualmente para Pemex y el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional 2020-2034, los cuales se pensaron en forma fragmentada y por lo mismo, no complementaría. Es una tarea que requiere definir la participación pública – privada, ya que este esfuerzo requiere de la complementariedad, ya que ni el Estado tiene los recursos, ni la iniciativa privada tendría la capacidad para acometer esta tarea por sí sola. En su alocución del lunes, la candidata a la presidencia, Claudia Sheinbaum, propuso incluir dentro de esta estrategia el desarrollo de los yacimientos de litio de Sonora. Estas propuestas requerirán de una coordinación puntual para su complementación, ya que de lo contrario esta propuesta será limitada.
Con el fin de contribuir a esta discusión de recambio energético, dentro la Fundación Ebert y CEPAL invitaron al economista Amir Lebdioui, de la Universidad de Oxford, el cual presentó el pasado jueves una ponencia en la sede de la CEPAL denominada “La política industrial en tiempo de crisis ecológica”, planteando que este esfuerzo requiere de una política industrial ecológica como una oportunidad para la transformación estructural. En donde se argumenta que la crisis medioambiental está abriendo una ventana verde de oportunidad para la industrialización con despliegue a gran escala de tecnología baja en carbono.
La combinación de una política energética baja en carbono, con una política industrial con una visión ecológica como una oportunidad para la transformación estructural podría ayudar a visualizar una política económica integrada en torno a la economía verde, en donde se complementarían las políticas fiscales, la política de innovación, la política ambiental, la política de financiamiento, de capacitación, la del mercado laboral.
Estas propuestas combinadas con la idea de transformar a las empresas estatales generadoras de energía, parecen complementarse y lo ideal sería que se formara un equipo de trabajo que permita atravesar esta magna propuesta con el fin de que México avance en esta doble visión de hacer más sustentable al país, con una política energética baja en carbono. En torno a este dilema es que se definirá el perfil de la economía mexicana para el año 2050.