La economía mexicana, en 2024, se perfila que obtendrá un crecimiento positivo de alrededor del 3 por ciento, sin embargo, su desempeño regional se perfila será muy desigual. Con la finalización de las grandes obras de infraestructura en el primer semestre del año, se prevé que esto afectará a ciertas regiones especialmente al sureste en el segundo semestre, con todas las implicaciones que esto tiene. La pregunta que surge es: ¿podrá darse una transición coordinada que mantenga el crecimiento en el segundo semestre de 2024? La expectativa es que la actual administración buscará terminar toda la obra pública que se comprometió en el primer semestre y esto produzca atonía hacia finales de año.
A lo anterior se suma otro gran dilema que es si la economía estadounidense debilitará su crecimiento en 2024 o logrará mantenerlo, esto impactará de manera definitiva el desempeño de nuestra economía, tanto por el lado de la demanda como por los flujos de relocalización de la inversión extranjera que ha estado llegando al país como efecto del nearshoring. El entorno internacional muestra gran inestabilidad sobre todo por la sucesión presidencial en Estados Unidos, la guerra de Ucrania, la situación de Medio Oriente, que impactan todo el desempeño de su economía. A pesar de todo ello no se prevé una disrupción mayor, lo que hace prever que al menos por el lado del sector externo se continuará fortaleciendo a las economías del norte del país en forma importante, a través de las exportaciones y los flujos de inversión del nearshoring.
Un punto importante para el desarrollo regional es lo que menciona el reporte de las economías regionales de Banco de México, que “ante los desafíos que plantea el cambio climático a las economías regionales, resulta fundamental implementar políticas de mitigación y adaptación a este fenómeno, particularmente en las zonas más vulnerables. Todas estas acciones no solo respaldarían a las regiones para afrontar con éxito los desafíos actuales, sino que también contribuirían a impulsar un mayor crecimiento sostenible en el largo plazo y mejorar las condiciones de vida de su población”.
En el mes de abril tendremos más información con la publicación de los pre-criterios del presupuesto federal para 2025, esto permitirá aclarar al menos la propuesta de cierre fiscal 2024. Sin embargo, esto no aterrizará el panorama regional, ya que gran parte de este dependerá del proceso electoral, ya que el ejercicio final del gasto público es de esperarse que se defina con tintes electorales.
Tal vez el mayor reto para el país y para las economías regionales es el problema de la inseguridad que se manifiesta día con día en el territorio nacional. Además, persisten preocupaciones de los directivos empresariales sobre la seguridad pública, que es necesario afrontar para permitir una mejor operación de sus empresas en ciertas zonas del país. En ciertas zonas del país la situación se ha complicado, de acuerdo al informe de Banco de México, mencionan que Distribución porcentual de respuestas de representantes de empresas, al ser consultados sobre los tres principales factores que podrían obstaculizar el crecimiento de la actividad económica en los próximos seis meses, fue la inseguridad pública en el centro-norte, centro y sur. Lo cual se ha visto reforzado por los recientes eventos de Sinaloa, que han impactado negativamente la percepción de la economía mexicana por parte de la comunidad internacional.
Asimismo, la ocurrencia de eventos climáticos adversos podría afectar la economía de las entidades federativas más vulnerables a dichos fenómenos, como ocurrió recientemente en Acapulco, Guerrero, ante el embate del huracán Otis, o con las sequías que incidieron sobre el desempeño de importantes zonas agrícolas, particularmente de Jalisco, Sinaloa y Michoacán.
Para afrontar estos retos, así como hacer frente a otros desafíos para alcanzar un mayor crecimiento de largo plazo en las regiones es crucial promover un continuo fortalecimiento del estado de derecho. Asimismo, es relevante incrementar la competencia en los mercados de bienes y servicios para incentivar la innovación y mejorar la eficiencia con la que operan las unidades productivas. Además, es fundamental seguir impulsando la construcción de proyectos de infraestructura de transporte, hidráulica y energética para estimular la inversión no solo en regiones que históricamente han recibido la mayor parte de estos flujos, sino también en el sur. Paralelamente, es prioritario continuar respaldando la formación de capital humano y la equidad en el mercado laboral en todas las regiones. Ante los desafíos que plantea el cambio climático a las economías regionales, resulta fundamental implementar políticas de mitigación y adaptación a este fenómeno, particularmente en las zonas más vulnerables. Todas estas acciones no solo respaldarían a las regiones para afrontar con éxito los desafíos actuales, sino que también contribuirían a impulsar un mayor crecimiento sostenible en el largo plazo y mejorar las condiciones de vida de su población.