Cifras estimulantes al inicio de mayo, la inversión registró en abril un repunte que se complementó con la fortaleza del crecimiento del empleo formal registrado en el IMSS. Sobre la inversión, el INEGI presenta los resultados del Indicador Mensual de la Formación Bruta de Capital Fijo (IMFBCF). Este permite conocer el comportamiento de la inversión en activos fijos en el corto plazo en febrero de 2024 y con cifras desestacionalizadas, la formación bruta de capital fijo incrementó 0.7 por ciento en términos reales, a tasa mensual. Por componente, los gastos en maquinaria y equipo —de origen nacional e importado— crecieron 2.6 por ciento y en construcción disminuyeron 1.3 por ciento a tasa mensual, en febrero pasado y con datos ajustados por estacionalidad. A tasa anual y con series desestacionalizadas, la formación bruta de capital fijo aumentó 10.7 por ciento en términos reales. A su interior, los gastos en construcción subieron 14.2 por ciento, y en maquinaria y equipo, 6.7 por ciento en febrero de 2024.
Dirá el lector: bueno, estos son números interesantes, pero qué mensaje nos manda. Estas cifras deben servir a las autoridades encargadas de economía y a los de la infraestructura como lentes de lo que está aconteciendo y dónde se podrían ubicar los cuellos de botella. Si México está pensando en aumentar sus capacidades a través de la iniciativa de nearshoring debería preocupar que esté disminuyendo el componente de construcción porque es, a través de este componente, que podrían atraerse nuevas inversiones hacia ciertas regiones del país. En materia de construcción deberíamos estar aumentando las capacidades de los parques industriales en todo el país, ya que si la infraestructura es insuficiente, la inversión extranjera se desalienta, y escoge nuevas opciones de ubicación, que pueden estar dentro del territorio nacional o en el extranjero.
En la actualidad hay 425 parques industriales en el país, repartidos en 27 entidades federativas. El reto es hacer crecer estos espacios de manera acelerada para atraer las nuevas inversiones. En México hay 425 parques industriales, 289 de ellos en la frontera norte, 124 en el Bajío y 59 en el centro del país (Estado de México y Puebla). Si se aspira a que el proceso abarque a todo el país, se requiere de una nueva política de desarrollo de infraestructura industrial, no podemos pensar en querer desarrollar al país sino se cuenta con carreteras, ferrocarriles y espacios industriales para atraer la inversión extranjera.
En esta perspectiva se requiere rediseñar la política industrial del país, se requiere pensar en infraestructura física y humana, puesto que una de las grandes limitaciones que existen es precisamente que no se cuenta con las condiciones físicas necesarias y tampoco se cuenta con la mano de obra que pueda operar una sofisticada planta industrial. En esa perspectiva se requiere un rediseño de la Secretaría de Economía para que más que pensar en imponer aranceles como estímulo a la producción nacional, se piense en un esquema más complejo de lo que se podría denominar un paquete que incluya estímulos, discusiones de especialización, desarrollo de parques industriales e infraestructura.
Es una tarea compleja que demanda de una reestructuración del sector público para hacer operativo el rediseño de la industria. Sin embargo, se requiere más audacia de la que ahora ha estado llevando a cabo la actual Secretaría de Economía. Parece pertinente imponer aranceles para estimular la producción nacional y limitar las importaciones. Sin embargo, esto es insuficiente, es necesario coordinar los esfuerzos para diseñar conjuntamente con los industriales el complejo industrial del siglo XXII. Para ello se requiere de un rediseño de la Secretaría de Economía para integrar los procesos de planeación estratégica para los próximos 50 años, para lo que se requiere realizar esfuerzos conjuntos con otras dependencias.
A lo anterior se debe sumar el componente financiero; para el desarrollo en plenitud del nuevo proyecto industrial se requiere desarrollar una banca de desarrollo funcional a estos propósitos, para lo cual se requiere una banca que apoye desde los anteproyectos, la infraestructura y el desarrollo de productos. Para esto se requiere de un gran esfuerzo de depuración del sector de banca de desarrollo para hacerlo funcional a una nueva transformación del país. En fin, se requiere de una cultura industrial hacia el interior del sector público, ya que el actual envejeció y no supo renovarse para adaptarse a una realidad más compleja.