Por Israel Hurtado*
El hidrógeno podría convertirse en el vector energético que le permita a México una transición energética soberana.
Necesitamos esa ventana de oportunidad para empezar a disminuir nuestra dependencia de gas natural del extranjero.
Recientemente observamos que, en el tema energético, cuando a Estados Unidos le da gripa a nosotros nos da pulmonía.
Tenemos almacenamiento de gas para máximo un día, y cuando Estados Unidos nos cierra la llave y no nos envía gas −por la razón que sea− nos mete en serios problemas para generar nuestra electricidad.
Una de las opciones que podríamos ir explorando es la de producir hidrógeno verde a partir de centrales renovables, e inyectar este hidrógeno en la red nacional de gasoductos.
A esto se le llama blending de hidrógeno, y ya lo están haciendo en Reino Unido y Estados Unidos, entre otros países.
El blending por el momento se realiza en una mezcla de hasta 20 por ciento de hidrógeno.
En España recientemente se anunció la construcción de un hidroducto que transportará hidrógeno verde obtenido de centrales solares.
El hidrógeno verde también podría utilizarse para mitigar la variabilidad de las centrales solares y eólicas generando energía las 24 horas del día, solucionando en definitiva el tema de la famosa “intermitencia”, que no es otra cosa más que variabilidad.
En el tema de las gasolinas también tenemos serios problemas de almacenamiento, ya que solo tenemos reservas de gasolinas para tres días; por lo tanto, si Estados Unidos u otro país no nos suministra gasolina, se paralizaría el transporte en México.
Hay que considerar que dentro de algunos años ya no habrá vehículos que funcionen con gasolina o diésel, por lo que hay que estar preparados para el cambio tecnológico disruptivo.
Una de las opciones son los vehículos a hidrógeno, y la otra opción son los híbridos hidrógeno-eléctricos.
En Alemania ya funcionan trenes a hidrógeno y ésta podría ser una buena opción para el Tren Maya.
En París también funcionan flotillas de taxis a hidrógeno, y de igual forma en Madrid ya está en operación un metrobús a hidrógeno.
Hace poco se publicó el reporte Hydrogen Insights, elaborado por el Hydrogen Council en conjunto con la consultoría McKinsey.
Algunos puntos que me gustaría resaltar de dicho reporte son, por ejemplo, que 30 países ya han desarrollado estrategias de implementación de hidrógeno, principalmente en Europa y Asia.
También se menciona que actualmente a nivel global existen 228 proyectos relacionados con la producción de hidrógeno verde, 85 por ciento en Europa, Asia y Australia.
Algo importante es que algunos gobiernos han invertido más de 70 mil millones de dólares en financiamiento público para impulsar al hidrógeno verde, y se espera que entre los sectores público y privado inviertan más de 16 veces dicha cifra para el 2030.
México, dada su privilegiada ubicación geográfica y con el gran potencial renovable que tiene, podría tener para el 2030 una producción de hidrógeno con costos hasta en un 64 por ciento inferiores comparados contra los costos de otros países que no tienen el mismo potencial energético.
Nuestro país, comparado con otras naciones, empezó tarde con la generación de energía solar, por lo que sí sería deseable que la hélice academia, gobierno e industria empiece cuanto antes a trabajar en una Estrategia Nacional de Hidrógeno.
Esto permitiría definir una hoja de ruta y detonar de manera eficiente la producción y uso del hidrógeno verde con metas y acciones específicas.
De igual forma empezar a trabajar en una regulación −con el cuidado de no sobrerregular− que siga las mejores prácticas en la materia a nivel mundial, la cual permita el desarrollo eficaz del hidrógeno verde.
Las próximas generaciones nos lo agradecerán y México tendrá una auténtica seguridad y soberanía energética.
¿QUÉ SIGUE?
El potencial de México es enorme comparado con el de otras partes del mundo.
México podría convertirse en un hub de hidrógeno, ya que tenemos el T-MEC y frontera con Estados Unidos, con lo cual podríamos exportar hidrógeno verde a nuestro vecino del norte y a Canadá, con costos de transportación más bajos.
También se podría, eventualmente, utilizar la red nacional de gasoductos para transportar el hidrógeno verde a los Estados Unidos, y no olvidemos que tenemos acceso a los dos océanos, con lo cual podríamos exportar hidrógeno a Europa y Asia, así como a América Latina.
Es importante señalar que la región noreste tiene un gran potencial de producción y consumo del hidrógeno verde.
Ahí se podría desarrollar una estrategia nacional de hidrógeno con el potencial renovable que tienen Tamaulipas y Coahuila, así como el consumo intensivo de energía de Nuevo León y de esos mismos estados.
En esa región se podría producir hidrógeno verde para exportación a Estados Unidos o para el consumo industrial local.
*Abogado especialista en energía y fundador y Presidente de la Asociación Mexicana de Hidrógeno (AMH).