Por Angel García-Lascurain Valero, Presidente de la Comisión de Negocios y Financiamiento de COPARMEXs*
El INEGI dio conocer que el Producto Interno Bruto creció 1.8% a tasa anual en términos reales en el primer trimestre de 2022. El valor del PIB es 2.9% menor al del primer trimestre de 2019 y se sitúa en su nivel más bajo desde el primer trimestre del 2016. Nuestra economía se ha contraído y con ello el ingreso promedio de los mexicanos es menor. El país se ha empobrecido en este sexenio.
Manteniendo esta tasa de crecimiento en los próximos años, el PIB habrá recuperado el tamaño que tenía a inicios de la actual administración hasta finales del 2023 y habrá aumentado poco más del 2% en los seis años acumulados de la actual administración. Es una tasa similar, en seis años, a la que había registrado en promedio la economía mexicana cada año en las tres décadas previas y que ya resultaba insuficiente. Habremos crecido en todo el sexenio lo que antes crecíamos en un solo año.
A pesar del pobre resultado, este escenario podría ser incluso optimista. El entorno internacional es más complejo. La fuerte dinámica de recuperación de Estados Unidos posterior a la pandemia le ayudó a las exportaciones mexicanas, pero el ambiente económico internacional se ha complicado por el impacto de la guerra en Ucrania y por la mayor inflación, con lo cual han aumentado las posibilidades de una nueva recesión global. A nivel doméstico, no se percibe que habrá un cambio de rumbo en la política económica del país y la inversión privada sigue sin ver los estímulos necesarios para recuperarse. A ello podría sumarse un mayor deterioro del ambiente político conforme nos acercamos al proceso electoral del 2024.
El crecimiento económico refleja la capacidad de consumo de los habitantes del país, la disponibilidad de las empresas para invertir, la efectividad del gasto gubernamental y el dinamismo de nuestras exportaciones. Un crecimiento económico elevado facilita el desarrollo inclusivo y sostenido e impulsa el progreso, creando empleos bien remunerados, ampliando la infraestructura y mejorando los estándares de vida. Un crecimiento reducido aumenta la pobreza, pone en riesgo la estabilidad de las finanzas públicas ante la menor recaudación y es un motor de la desigualdad y de la inseguridad.
Así están las cosas. Por más distractores que aparezcan en la opinión pública, el deterioro de las condiciones de vida terminará siendo inocultable. El bajo crecimiento de nuestra economía es un resultado claro y visible de una política económica que ha sido inefectiva y que es insostenible si se quiere promover un mayor bienestar para los mexicanos. El argumento del impacto de la pandemia ya no es válido. Otros países, incluso en América Latina, se han recuperado rápidamente y han logrado crecer de manera sólida mediante la implementación de medidas de política pública acertadas y oportunas para apoyar al crecimiento económico.
El carisma y la enorme habilidad de comunicación del Presidente le han permitido mantener una elevada popularidad, pero la realidad terminará afectando a la capacidad del partido en el poder para preservarse. En esta realidad económica y en un contexto de respeto al estado de derecho y a las instituciones, no se ven hoy los elementos para una ecuación ganadora de Morena en el 2024. El gran riesgo para nuestro país está en el rompimiento del orden legal para la preservación del poder político. Las organizaciones de la sociedad civil y todos los ciudadanos debemos defender a nuestra democracia, a nuestras leyes y a nuestras instituciones como garantía de la estabilidad, como sustento del progreso en los próximos años y para las siguientes generaciones. Es nuestra responsabilidad como mexicanos hacerlo.
Es Presidente de la Comisión de Negocios y Financiamiento de COPARMEX y Presidente del Comité de Actualización del Plan Estratégico de la misma Confederación. Fue Presidente Nacional del IMEF en 2020 y 2021.