México tiene insuficiente inversión como para crecer con todo su potencial. De hecho, parte de la tragedia es que para crecer 4.5 por ciento anual –que sería posible si alineáramos al mercado laboral con una mayor productividad, mayor competencia económica, mayor inversión– necesitamos invertir cerca de 24 por ciento del PIB. Tenemos décadas sin sobrepasar 22 por ciento de forma sostenida, así que un incremento adicional en 2.6 puntos porcentuales por medio de inversión extranjera directa (IED) podría significar una inyección muy estimulante al crecimiento de nuestra economía, que apenas está regresando a niveles prepandemia.
Hablar de un posible incremento en la inversión no es ocioso. Hace unos días, en el contexto de las reuniones del 12 y 13 de julio entre AMLO, Biden y los grandes empresarios en ambos lados de la frontera, se anunciaron importantes montos en IED que podrían incrementar hasta en 3 puntos del PIB la inversión que necesitamos para crecer.
Primero, el subsecretario Yorio, de Hacienda, anunció que el Banco Interamericano de Desarrollo tenía un paquete de inversión por 200 millones de dólares (mdd) para la relocalización de empresas en México, con un potencial de inversión de hasta 35 mil mdd por parte de estas empresas en caso de que se reubicaran en el sureste mexicano. Estas estimaciones de inversión potencial se hacen sobre la base de que el Tren Maya y el Corredor Interoceánico atraigan más de 9.2 mil mdd en inversión privada. El problema es que este cálculo no parece destinar recursos para incrementar la seguridad pública, garantizar el Estado de derecho e invertir en el progreso social por medio de los sistemas de educación y salud, tan terriblemente deteriorados en la región después de la pandemia.
Estos anuncios de mucho dinero y 150 mil nuevos empleos esperados parecen ignorar que las inyecciones de capital son necesarias, pero no suficientes para incrementar la productividad, o tal vez solo esperan que las familias suplanten las carencias del Estado en la provisión de servicios básicos, como agua y saneamiento, ordenamiento territorial y garantizar la calidad vivienda. En fin, cada quién sus prioridades.
Después vino el anuncio del gobierno federal, en el que Marcelo Ebrard quedó como responsable de gestionar inversión estadounidense por 40 mil mdd de aquí a 2024, pero de los cuales no sabemos si son inversiones nuevas, o si son reinversión de utilidades –para el mantenimiento, por ejemplo, sobre la base de lo que se ganó previamente–, o son el saldo de cuentas entre compañías del mismo grupo empresarial.
Esta distinción dentro de la IED es relevante porque México debería promover abiertamente el incremento sostenido en las nuevas inversiones, que son inversiones iniciales de extranjeros al establecerse en México, aportaciones al capital social de empresas mexicanas o compra de sus acciones por parte de extranjeros. Es decir, si bien la reinversión puede incrementar bajo ciertas circunstancias la productividad, los salarios y el empleo, o el pago de adeudos entre el mismo grupo empresarial denote un carácter gerencial particular, un indicador de que los inversionistas extranjeros identifican buenas oportunidades son justamente las nuevas inversiones.
Y es que en ese rubro –nuevas inversiones– no íbamos tan bien sino hasta hace poco: en 2021 remontó tras dos años de estancamiento y, en la comparación anual, en los primeros tres meses de 2022 aumentó en casi 300 por ciento. Es decir, el monto de nuevas inversiones prácticamente se triplicó respecto al primer trimestre del año pasado. Nada mal, salvo que la fusión de Televisa con Univisión y la reestructura de Aeroméxico incrementaron de manera extraordinaria, en 6 mil 875 mdd la IED en el primer trimestre. De esa manera, la IED sin este evento fue apenas 5.8 por ciento mayor que el primer trimestre del año previo; y es probable que una parte importante de esas transacciones fueran nuevas inversiones, por lo que el incremento en la confianza de nuevos inversionistas no fue realmente extraordinario.
Además, el anuncio de los 40 mil mdd en IED en 18 meses equivale a 27 mil mdd adicionales en los próximos 12 meses, monto similar a casi 200 por ciento en la IED que vino de EU en 2021, usando cifras en dólares corrientes. Sin embargo, también aquí hay que ser cautos. Deberíamos estar viendo mayores incrementos de nuevas inversiones desde el año pasado, dada la recuperación y el volumen del mercado en EU. Llevamos dos años de TMEC, más de dos años de pandemia y una guerra comercial de EU con China bastante más larga; la reubicación de cadenas productivas en México parece ir tarde, al igual que el incremento en la IED para ello.
El temor a la recesión en EU pone en riesgo la reubicación de empresas hacia este lado de la frontera, pues al igual que está afectando el mercado internacional de hidrocarburos, abaratando nuevamente el costo del transporte transoceánico, también puede postergar decisiones de inversión extranjeras en México. Es importante que el gobierno atienda los reclamos del sector manufacturero y de la Cámara de Comercio estadounidenses en materia energética por la falta de competencia económica, de violaciones al Estado de derecho y a la certeza jurídica, así como pendientes en materia laboral. Siendo que cuatro de cada 10 dólares de IED en México se destinan a las manufacturas, el crecimiento del sector en los primeros meses del año es un buen síntoma, pero no es un cheque en blanco.
La recuperación económica recién alcanzada de este lado de la frontera se la debemos en gran medida a la integración comercial con EU y a nuestro sector manufacturero. Nunca fue mejor momento para invertir en la relación bilateral, porque de eso depende que haya la inversión que nos falta para crecer… aunque sigan faltando muchas otras cosas también, pero por algún lado hay que empezar.
Sofía Ramírez Aguilar, directora de México ¿cómo vamos?