Las Sociedades Financieras de Objeto Múltiple, Sofomes, se erigen como la figura financiera más numerosa de todo América Latina. En México existen más de 2,000 entidades que están distribuidas en absolutamente todos los estados de la República Mexicana. Estas entidades ya colocan más de un billón de pesos al año (sí, un millón de millones), distribuidos en más de 20 millones de clientes que representan un 20 por ciento del financiamiento al sector privado del país. Es decir, 1 de cada 5 pesos lo prestan las Sofomes. Además, el 65 por ciento de las Pymes de nueva creación obtienen su primer crédito de una Sofom, que, sin duda, es una figura que le apuesta a los emprendedores en México y, a razón de ello, fue la única figura financiera que creció en activos colocados durante la pandemia. Así, con 16 años de historia, las Sofomes son una historia de éxito y un elemento clave en el impulso de la inclusión financiera en el país.
No obstante, de manera curiosa, las Sofomes no han sido consideradas plenamente en el debate de política pública en materia de inclusión financiera en México. Con fecha de octubre de 2022, un grupo parlamentario publicó desde la Cámara de Diputados una importante declaración: “El Producto Interno Bruto de México podría crecer hasta 14 por ciento mediante el impulso a la inclusión financiera”. Dicho reporte, indica que menos de la mitad de los adultos en México tienen una cuenta bancaria, y que la cartera de crédito equivale a 38 por ciento del PIB cuando en Chile es mayor a 100 por ciento, en Brasil alcanza 70 por ciento y en Colombia 50 por ciento. El reporte indica que la solución a la problemática tiene que ver con mecanismos tecnológicos, pero no es explícito sobre qué figuras implementan dicha tecnología. Justamente ahí esta la llave para resolver esta brecha entre el deseo de lograr mayor inclusión financiera, y la ejecución de dicha idea en la realidad. En otras palabras, las Sofomes son ese “eslabón perdido” que le está invirtiendo y apostando a la inclusión financiera, la inversión tecnológica y la atención de nichos no tradicionales. La tecnología no es un fin en si mismo, sino la herramienta a la que le estamos apostando los intermediarios financieros especializados.
No obstante, las Sofomes reciben un 40 por ciento menos de dinero de la banca de desarrollo en su agregado. A pesar de mayores esfuerzos de entidades como FIRA y NAFIN, hoy es un hecho que PRONAFIN, BANSEFI, FND y el FIFOMI entre otros han cerrado sus puertas a intermediarios no bancarios, u optado por una colocación de primer piso, situación que distorsiona el espíritu de la figura. De igual manera, la regulación reciente fiscal y operativa de las Sofomes es asimétrica en detrimento de las financieras no bancarias en distintas materias, como la deducción fiscal de cartera vencida, por ejemplo. Hoy para las Sofomes se han triplicado los reportes operativos y las multas han crecido hasta en un 5x.
Hace falta por lo tanto una mayor alineación entre autoridades regulatorias del sector financiero, y los propios intermediarios financieros no bancarios. Esto en beneficio de las Pymes en México y por lo tanto de la economía de la mayor parte del país. Si las Sofomes ya son la figura más numerosa, la que más coloca, la más relevante en presencia a nivel nacional y la de mayor atención a emprendedores, resulta claro que es una entidad a la que hay que apoyar, no debilitar.
Como siempre, las asociaciones estamos alineadas en el trabajo conjunto con la autoridad. Hay que darnos cuenta de que estamos del mismo lado. Todos queremos que haya mayor inclusión financiera en el país y crecer ese 14 por ciento adicional. Para ello, hay que remar hacia la misma dirección, pues de otra forma solo oscilaremos en círculos. Finalmente, en el barco estamos todos a bordo.