Colaborador Invitado

Mejora el panorama económico, pero los riesgos se mantienen

Si bien, por el momento el sentimiento positivo sobre el peso sigue siendo fuerte, existen riesgos que podrían propiciar una reversión abrupta de la tendencia observada recientemente.

Janneth Quiroz Zamora, economista y financiera por profesión y pasatiempo.

Al arranque de 2023, se percibe que las medidas adoptadas por los bancos centrales aún son insuficientes para frenar la inflación. Por un lado, los riesgos para la actividad económica mundial están sesgados al alza en el corto plazo, luego de que China abandonó repentinamente su política de ‘covid cero’, Europa evitó una crisis energética, gracias al buen racionamiento del consumo de la energía y a las suaves temperaturas invernales, y de la resiliencia de la economía de Estados Unidos, particularmente la del empleo y la del gasto de los consumidores.

Por otro lado, si bien la inflación mundial se está moderando, sigue siendo elevada, y existen riesgos al alza para la variable, dado el fuerte crecimiento previsto para el primer trimestre del año. En términos generales, las cifras de enero mostraron una desaceleración en el aumento de los precios, pero esta fue menor a la estimada, lo que aumentó la probabilidad de un nuevo repunte inflacionario.

Ante ello, los bancos centrales globales se mantienen alertas y la probabilidad de que las tasas de interés terminales sean más elevadas durante más tiempo se ha incrementado significativamente, en un esfuerzo por evitar una relajación prematura de las condiciones financieras y ante el riesgo de que las presiones inflacionarias retomen ímpetu.

En particular, aunque la Reserva Federal desaceleró el ritmo de endurecimiento de su política monetaria en su primera reunión del 2023, concretando un aumento de la tasa de los fondos federales de sólo 25 puntos base (pb) y llevándola a un rango de 4.50–4.75 por ciento, las señales apuntan a que el banco central mantendrá su postura agresiva.

Ahora los mercados están esperando al menos tres aumentos adicionales de la tasa de 25 pb para marzo, mayo y junio, elevando el rango terminal hasta 5.25–5.50 por ciento. Además, ya no esperan recortes durante 2023.

Ante ello, el Índice DXY, que mide la fortaleza del dólar frente a 6 monedas de países desarrollados, acumula una ganancia de 3.1 por ciento en febrero, mientras que la mayoría de las divisas presenta pérdidas ante la divisa estadounidense. De hecho, sólo ocho registran ganancias en lo que va del año, incluyendo al peso mexicano.

Luego de que nuestra moneda fue la segunda más apreciada durante 2022, solo por detrás del real brasileño, al tener una ganancia anual de 4.9 por ciento, en lo que va de 2023 acumula un avance de 5.5 por ciento, convirtiéndose en la divisa más apreciada frente al dólar, después de haber alcanzado un mínimo de 18.2964 pesos el 23 de febrero, nivel no visto en casi 5 años.

La divisa mexicana se ha distinguido del resto debido a varios factores. En su reunión del 9 de febrero, Banco de México sorprendió a los mercados al anunciar un alza de 50 pb, llevando la tasa de interés de referencia al 11.00 por ciento y desligándose de la Fed. De esta forma, el diferencial entre las tasas de México y Estados Unidos aumentó de 600 a 625 pb, que es el nivel más elevado desde marzo del 2009.

En su comunicado de prensa, la Junta de Gobierno del banco central mostró una fuerte preocupación por la persistencia de la inflación subyacente y realizó revisiones muy significativas al alza de sus pronósticos, tanto de la inflación general como de la subyacente.

Ante ello, los inversionistas ajustaron sus posiciones y ahora esperan que la tasa terminal en México se encuentre entre el 11.75 y 12.00 por ciento. Así, el atractivo del carry trade de la moneda ha aumentado en comparación con el de otras monedas de países emergentes.

Adicionalmente, dada la menor probabilidad de que la economía de EU se adentre en una recesión en el primer semestre del año, el peso mexicano se ha beneficiado de: i) la recuperación del consumo de los estadounidenses, vía mayores exportaciones; ii) el incremento de la generación de empleo en aquel país, vía una mayor recepción de remesas y de turismo extranjero; iii) el avance de los planes de relocalización para acercar los centros de producción a los de consumo (nearshoring), vía inversión extranjera directa; y, iv) la menor incertidumbre asociada a un deterioro del dinamismo económico, vía inversión de cartera.

Si bien, por el momento el sentimiento positivo sobre la moneda azteca sigue siendo fuerte, existen riesgos que podrían propiciar una reversión abrupta de la tendencia observada recientemente. Una fortaleza sostenida del mercado laboral y una desinflación heterogénea en EU podrían acrecentar la postura agresiva de la Fed y aumentar las probabilidades de que se presente una recesión profunda. Además, las tensiones entre EU y China representan un importante riesgo geopolítico que podría derivar en un repunte de la aversión al riesgo y una desinversión súbita de instrumentos de países emergentes.

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