Jorge Molina Larrondo, consultor en Políticas Públicas y Comercio Exterior
Como estaba previsto, este miércoles la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) publicó su Reporte Anual 2022 y la Agenda Comercial para 2023. Este informe, junto con el Reporte sobre Barreras Comerciales en el Extranjero –que se publicará antes de que termine este mes–, son dos de los principales documentos que establecerán las pautas de acción en temas de comercio internacional a lo largo del año del USTR y del Congreso, y que generarán muchas de las preguntas de los legisladores cuando la Embajadora Tai comparezca ante los comités de Finanzas del Senado y de Medios y Procedimientos de la Cámara de Representantes en las próximas semanas.
Una primera lectura del documento deja ver que no hay cambios importantes en la orientación proteccionista de la política comercial del presidente Biden, argumentando que sigue centrada en la protección de los derechos de los trabajadores, agricultores y granjeros estadounidenses. Y ante las perspectivas de cara a la elección presidencial en Estados Unidos en el 2024, tampoco deberíamos esperar algún cambio importante en los próximos seis años.
Sin embargo, un análisis más profundo indica que luego de dos años de haber tomado el poder, Biden y su equipo no han sido capaces de establecer con claridad las directrices que definirán al nuevo orden económico internacional, a partir del resurgimiento del proteccionismo promovido por Trump y otros líderes mundiales que terminaron con tres décadas en el que el comercio creció como nunca antes.
La Casa Blanca ha hablado de alinearse con los países aliados, invertir en la industria doméstica y competir con China, lo que se ha reflejado en la aprobación de la Ley para la Reducción de la Inflación del 2022 (IRA en inglés), la Ley de Semiconductores y Ciencia del 2022 y otras iniciativas que habrán de financiar el mayor desarrollo tecnológico en la historia de ese país. Pero de ninguna manera responde a cuál será el futuro de la OMC, la administración del comercio digital o cuál es enfoque “integral” hacia China, del que la Embajadora Tai ha hablado.
Una de las conclusiones más importantes del pasado Foro Económico Mundial que se celebró en enero en Davos, fue que Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y China tienen cada uno su propia concepción de lo que deberá entenderse por “globalización” en las próximas décadas. Y cada una implica la formación de nuevos bloques comerciales.
Estados Unidos habla del “friendshoring” o comerciar e invertir en países que se consideren socios confiables y aliados seguros. La UE se refiere a la “autonomía estratégica,” que es la capacidad de actuar sin tener que depender de otros países en áreas que se consideran estratégicas, incluyendo el comercio y la inversión extranjera. Mientras que China trabaja desde el 2021 en su modelo de “dos carriles,” donde busca desarrollar y fortalecer su mercado interno para reducir su dependencia en sus exportaciones.
El resto de las economías tendremos que decidir quién será nuestro principal socio comercial y, de alguna manera, alinearnos con algún bloque. Este escenario requiere de una nueva política comercial para México, que sustituya a la que se elaboró a principios de los 90s, cuando nos transformamos en una de las economías más abiertas del mundo. Y la respuesta no es comerciar preferentemente con América Latina, pues cada país de la región tiene que adaptarse a las nuevas condiciones. El futuro implica escoger quien será nuestro principal socio tecnológico de las próximas décadas.
Agenda. Pasado mañana, en el marco de la visita de la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a Washington para promover las energías limpias, se espera el anuncio que permitirá a las armadoras de autos que se encuentran en territorio de la UE, beneficiarse de los subsidios que otorga la IRA. Esto después de seis meses de negociaciones del comisionado de Comercio Exterior de la Unión Europea, Valdis Dombrovskis, con la Embajadora Tai y las secretarias de Comercio y del Tesoro, Gina Raimondo y Janet Yellen. Y arrancó el proyecto para producir litio en Thacker Pass, Nevada. Mientras que la construcción de la nueva planta de Tesla en Nuevo León tomará alrededor de un año, el gobierno mexicano no ha dado a conocer sus planes para la producción de litio en su territorio, donde se estima que existen poco menos de dos millones de toneladas. La batería de un auto eléctrico requiere ocho kilos de litio. La empresa minera canadiense Silver Bull Resources iniciará un reclamo por daños en Coahuila por 178 millones de dólares.