No es que se hayan quedado atrás los tiempos en los que si a Estados Unidos le daba una “gripe”, a México le ocurría una “pulmonía”, pero así parece, porque ha aguantado sin mayor problema la andanada bancaria luego de las millonarias pérdidas del californiano Silicon Valley Bank (SVB) y el neoyorquino Signature Bank.
La historia es ya de sobra conocida: SBV sufrió la retirada de fondos de su clientela hasta por 21 mil millones de dólares, cayó dos veces 60 por ciento (70 por ciento) su cotización en la bolsa y el gobierno de Washington tuvo que entrar en su rescate, pero sólo en apoyo a los ahorradores, no de los accionistas y tenedores de deuda. El Signature Bank simplemente cerró.
Esto provocó una fuerte desestabilización bancaria, tan interconectada mundialmente, sobre todo en Europa (caso del connotado Credit Suisse en Suiza), pero no en México, que atestiguó el problema sin repercusiones visibles, a tal grado, que no fue objeto de mayor discusión pública y mucho menos llegó al foro más importante del país: la conferencia mañanera del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Las acciones de las instituciones de crédito que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) han seguido su curso normal y se mantienen en la lucha por colocar más créditos, algo que se ha complicado por las elevadas tasas de interés.
Sin duda, ha incidido que el gobierno federal de Estados Unidos y su Reserva Federal han evitado que otros bancos se contagien de los efectos causados por el SVB y el Signature Bank, amén que nuestro sistema bancario se ve sólido. En los citados casos, más un tercero se sumó, el principal conflicto es de liquidez, porque se trata de cifras estratosféricas.
El rescate de SVB se imponía, ya que su nicho consistía en empresas, incluyendo de reciente crecimiento (startups), de los sectores tecnológicos y digitales, ubicados en el estado de California y que se extendieron a empresas de esos sectores de otras partes de la geografía americana, así como las influyentes startups, que lo hacen un banco muy importante para la economía norteamericana, al ser una de las fuentes de crecimiento económico vitales de ese país.
Por otro lado, el gobierno estadounidense envió una buena señal a los mercados y sistemas financieros, al no cargar al contribuyente el rescate del SVB, como sucedió hace más de una década con la quiebra de Lehman Brothers, la mayor que haya padecido Estados Unidos en su historia. El “seguro de depósitos” del SVB cubrió muy rápido el reembolso a los ahorradores y el mayor riesgo está entre quienes adquirieron créditos. Asimismo, la adquisición mayor parte de la cartera de créditos y activos de dicha institución bancaria por parte de First Citizens Bank.
La lección para el sistema bancario mexicano es mantener la regulación financiera y bancaria de manera estricta y no incurrir en laxitudes que pareciesen adecuadas. A decir de los analistas en economía, finanzas y leyes en Norteamérica, las fallas recientes que mandaron al precipicio al SBV, al Signature Bank y al Silvergate tienen que ver con una regulación bancaria laxa durante la administración de Trump, que el presidente Biden tratará de corregir en el ámbito legislativo, lo que se ve difícil, ya que no cuenta con la mayoría en el Congreso de los Estados Unidos.
Además, debemos de tomar en cuenta la inflación y las altas tasas de interés. En el caso del SVB y el Signature Bank, fondearon no solo depósitos y ahorros de su clientela, sino tomaron deuda de un poco más largo plazo con tasas de interés por las nubes que les afectó, y no tenían tanto dinero.
Por lo anterior, nuestros reguladores tanto el Banco de México como la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) no debe bajar la guardia y mantener, al mismo tiempo, la supervisión y vigilancia de las fuentes de fondeo, entre otros aspectos igual de trascendentes para el sano funcionamiento del sistema bancario mexicano y sus intermediarios.
En resumen, mantengamos la ortodoxia bancaria y la debida regulación de las operaciones bancarias, que nos ha caracterizado en los últimos años como país.
Sergio Chagoya es experto en inversiones y asesoramiento de empresas en materia corporativa y regulatoria.