Jorge Molina Larrondo, consultor en Políticas Públicas y Comercio Exterior
Como lo comentamos en su oportunidad en este espacio, la conclusión más importante del Foro Económico de Davos de este 2023 fue que el concepto de globalización tiene ahora al menos tres acepciones: la de Estados Unidos, la de la Unión Europea y la china. Esto implica que el régimen de comercio internacional de la primera mitad del siglo XXI se caracterizará nuevamente por la formación de grandes bloques comerciales que habrán de competir entre sí y los países tendrán que escoger al bloque al que habrán de pertenecer.
Diversas medidas que Estados Unidos y la Unión Europea han implementado en el último año, así como el XIV Plan Quinquenal 2021-2025 que establece la política económica de China para este periodo, reflejan que los demás gobiernos tendrán que definir su apoyo hacia alguno de estos líderes y será complicado colaborar con China y otro bloque a la vez. El gobierno de Biden ha establecido nuevas reglas de comercio que promueven el intercambio y la inversión con países que considera confiables y de valores políticos afines, con el fin de generar una gran plataforma multinacional de producción que compita con la economía china; ha generado nuevos obstáculos al capital estadounidense en empresas chinas; ha emitido leyes que promueven la creación y el financiamiento de nuevas tecnologías que generen nuevas ventajas comparativas para su país; y está negociando nuevos acuerdos comerciales que le permitan tener acceso a minerales críticos, indispensables en la producción de las nuevas tecnologías que busca desarrollar. Hoy en día, China posee algunas de las reservas más grandes de minerales críticos, como el litio, cadmio y níquel.
Por su parte, el XIV Plan Quinquenal de China tiene una orientación doméstica, buscando promover la innovación, lo que ha sido el talón de Aquiles del gobierno de Xi Jinping; desarrollar tecnologías de bajas emisiones de carbón, pues el daño en su medioambiente es prácticamente irreparable; y promover el consumo de la población para mejorar el nivel de vida. Esta es la respuesta en parte a los efectos de los aranceles impuestos por el gobierno de Trump a los productos chinos y que se magnificó con la pandemia del Covid-19.
Al igual que Estados Unidos, China ha estado negociando diversos acuerdos comerciales que le permitan tener acceso a minerales críticos, recursos naturales y otros insumos necesarios para la producción de su muy diversificada oferta exportable. Los sectores prioritarios para la economía china son: biotecnología, energías renovables, vehículos a base de energías renovables, la industria aeroespacial, equipo marino y el desarrollo de tecnologías que ayuden a cuidar el medio ambiente.
A lo largo de la última década, la diplomacia económica china se ha basado en la Iniciativa del Cinturón y la Nueva Ruta de la Seda, que ha ofrecido un atractivo menú de facilidades económicas para la construcción de proyectos de infraestructura en diversos países, sobre todo en Asia y en la cuenca del Pacífico. Esto le ha permitido aumentar considerablemente su influencia y generar proyectos que contribuyen a su gasto federal, pues se realizan en su mayoría con insumos y trabajadores chinos, lo que ha producido por otra parte problemas y enfrentamientos con los gobiernos anfitriones. Al parecer, la generación de aliados no es una prioridad del gobierno chino.
Hasta antes de la pandemia, diversas estimaciones económicas indicaban que la economía china habría de superar en tamaño a la de Estados Unidos para finales de esta década, lo que ha sido tomado muy seriamente por el gobierno de Biden. Para China y Estados Unidos, la generación de nuevas tecnologías es la clave para tener el liderazgo en este siglo. Hoy en día, China es el país en el que se gradúa el mayor número de ingenieros de todo tipo cada año. Sin embargo, aún carece de la capacidad innovativa estadounidense.
México es un país prioritario para China por sus recursos naturales, minerales, tamaño de su mercado, capacitación de su fuerza laboral, disposición de crédito, ubicación geográfica y red de tratados. Pero el creciente déficit en la balanza comercial –que comentamos en la última entrega– hace pensar que China quiere tener en México a un proveedor, no a un socio comercial.
En otros temas, ha crecido la tensión entre el Congreso de Estados Unidos y el USTR por la falta de una solución a los problemas de energía y de maíz con México. Las críticas cuestionan la eficiencia del mecanismo de solución de controversias del T-MEC y de la Sra. Tai.